El dilema de Jerome Powell

Cynthia Valeriano

El dilema de Jerome Powell

Decía Mariano Rajoy, ex presidente de España que a veces la mejor decisión, es no tomar una decisión y eso también es una decisión, la frase no es solo un juego de palabras, hace referencia a esos momentos difíciles en el ejercicio del poder público en el que hacer o dejar de hacer tiene un efecto directo en la economía, la política o la estructura social, por lo que se debe decidir entre el mal menor y no necesariamente en la decisión que aproxime al beneficio social.


Sin  duda, Jerome Powell, el actual Presidente del Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos se encuentra en esa disyuntiva, como seguramente querido lector, lectora, ya sabrán a estas alturas, las ultimas dos semanas han estado llenas de sobresaltos en el mercado financiero, influenciadas por la quiebra de instituciones bancarias que son parte del símbolo de fortaleza económica de una nación.


Lo sucedido sería un caso típico de crisis de comunicación política, que obliga a los tomadores de decisiones a implementar un buen plan de control de daños, de no ser por qué la semana pasada, se dio a conocer el dato de inflación para el cierre de febrero del 2022 y aunque reporta un dato que indica que los precios están disminuyendo su tendencia alcista, no ha disminuido con la velocidad con la que se proyectaba al inicio del 2023 y la inflación subyacente sigue manteniéndose con un elevado 5.5%.


Hasta hace un par de semanas, la mayor preocupación económica se centraba en analizar y calcular el efecto del endurecimiento de la política monetaria sobre la inflación y por ende, en las apuestas sobre que tanto se elevaría la tasa en la próxima sesión, pero la quiebra de Silicon Valley Bank, Signature Bank y Silvergate Bank, quienes endosan su fracaso a la política de intereses elevados tomada por el Banco Central, ha generado enormes dudas sobre la pertinencia de mantener esta decisión.


Un elemento adicional que considerar en el contexto, es sin duda la decisión de la calificadora Moody´s de bajar la evaluación del sistema bancario norteamericano de “estable” a “negativo” para reflejar de mejor manera el deterioro operativo de la banca, a pesar del paquete de medidas de contención que ha implementado el gobierno para evitar el descalabro financiero y (más importante aún) la perdida de confianza de los usuarios del sistema financiero, que hoy en día se ve como el mayor y más peligroso de los riesgos posibles.


Lo anterior, refleja lo complejo de la decisión que Powell habrá de tomar: por un lado, si eleva nuevamente la tasa de interés en un intervalo de 0.25 a 0.50, corre el riesgo de que salgan otros casos como el de los 3 bancos ya mencionados o incluso, que este efecto se traslade a las empresas que constantemente recurren al mercado financiero en busca de recursos para sus actividades productivas complicando el escenario y quizá invocando la tan anunciada recesión económica que se preveía desde mediados del año pasado.


Por otro lado, el tomar la decisión de no elevar la tasa de interés, podría prolongar los efectos de una inflación elevada, que podría generar una cierta resistencia a la política monetaria y nada le garantiza que no surjan nuevos casos a pesar de no hacer nada, de ahí la importancia de acelerar las investigaciones sobre las causas reales del descalabro de estas instituciones financieras y con ello revertir la narrativa de un banco central que está sacrificando a jugadores estratégicos a partir de sus decisiones.


Por supuesto la duda sobre la transmisión de los efectos negativos del entorno financiero norteamericano sobre nuestra economía sigue en el aire y no porque nuestra banca este debilitada o carezca de controles, sino porque distintos portafolios de inversión de ahorradores mexicanos cuentan con títulos de deuda o acciones de empresas afectadas por lo sucedido en Estados Unidos, porque seguimos sin saber, cuantos bonos de deuda de aquel país tiene en sus reservas nuestro banco central y cuantas empresas (y trabajadores) dependen de los insumos, las investigaciones, los entregables o los recursos que ahora penden de un hilo.


Sin duda tenemos mucho que aprender, como economía, pero también como sociedad, sobre la enorme importancia que tiene uno de los grandes cimientos de la economía: la confianza, ese puente indispensable cuya construcción es tan difícil y que cualquier viento desfavorable amenaza con destruir.


MGPP Cynthia Valeriano López


Profesora de Economía


Tec de Monterrey, Campus Toluca


cvaleriano@tec.mx