Prometer no empobrece

Cynthia Valeriano

Prometer no empobrece

Ha pasado ya el primer debate presidencial que dejó mas dudas que respuestas, a mas de un indeciso que no logra determinar la orientación de su voto, ante la lamentable representación de un ejercicio en el que aún no encontramos su “deber ser”.


Mientras para algunos, no hay debate sin confrontación (“ejercicios de contraste” ahora le denominan) a partir del cuál se pueden hacer señalamientos, criticas o ataques que buscan revelar los aspectos más oscuros y decrépitos de los participantes, para otros debe haber profundidad en las propuestas, detallar los argumentos y analizar las problemáticas.


Debo decir, que aunque son hilarantes los golpes bajos que buscan hacer daño a quienes en ellos participan, me sumo al grupo de los que esperan que la propuesta domine el debate, pero no como quien esta escribiendo la lista del super antes de acudir al mercado, sino de quien ha estudiado, entiende y explica los problemas que considera importantes y propone resolver.


No quisiera sumarme a la interminable lista de personas que creen que el formato es el culpable o las preguntas seleccionadas, o el mal sonido del espacio o la iluminación, sino apegarme estrictamente a lo mencionado por aquellas y aquel que tratan de convencernos de que elegirlos como nuestros representantes es una buena idea.


Empezando por el tema de salud, en donde lo único que me quedo claro es que para la candidata de Morena se debe mantener la estrategia de salud como esta, sin moverle una coma, mientras la candidata del Frente Amplio plantea regresar de ultratumba al Seguro Popular y tercerizar el abasto de medicinas (una propuesta de los tiempos de Peña Nieto que no logró consolidarse en su momento) y un sonriente y muy distraído Maynez que se enredaba en el uso de la tecnología para predecir tendencias  de salud, me quedo claro que nadie estudio la problemática con seriedad y profesionalismo.


Tuvieron tiempo y oportunidad para primero exponer la problemática a resolver. Si para Sheinbaum no hay nada más que hacer (salvo graduar a más médicos y enfermeras de las universidades), para la segunda revivir lo que el actual gobierno desapareció (sin analizar y entender “por que fue tan fácil desaparecerlo”) y para el tercero el problema se reduce a prevención, entonces estamos perdidos, en manos de quien vamos a dejar la tarea de gobierno los próximos 6 años.


Estoy segura de que no es tan complicado entender la situación, basta con pasearse por una muestra representativa de clínicas de salud estatales y federales del sector público, acercarse a los pacientes, sus familias, los médicos y enfermeras para recabar información que muestre una radiografía de la situación del país en materia de salud, es decir, plantear soluciones realistas y problemas concretos expuestas por aquellos y aquellos que los padecen.


En cuanto a la educación, al parecer todo se reduce a becas y mas becas, como si el abasto de recursos para los menores (que recibirán en principio sus padres) hiciera magia y elevara la calidad educativa y por ende el futuro y la perspectiva económica de millones de niñas, niños y jóvenes. Superficialmente se habló de capacitación e infraestructura educativa, de internet para los jóvenes, de clases de inglés y robótica y de escuelas de tiempo completo, pero poco dijeron sobre las últimas evaluaciones internacionales que muestran el notable rezago educativo que tienen nuestros chicos y que se agudizó en la pandemia.


La diferencia de nuevo se centra entre mantener sin cambios esto que el actual gobierno denomina como “La nueva escuela mexicana” que ni la Secretaria de Educación logra explicar en que consiste o reestablecer las escuelas de tiempo completo, conectar a la escuelas a internet y desarrollar habilidades bilingües y tecnológicas. Quizá visitar algunas escuelas públicas y reunirse con los padres de familia, los estudiantes, los profesores y el personal de apoyo, les de una mejor idea de lo que la educación es en la actualidad y lo que realmente necesita, por ejemplo, mejor mobiliario y equipo, inversión en infraestructura básica, mejorar el programa de incentivos y desarrollo de la platilla docente, mejorar la seguridad dentro y fuera de las escuelas, la internacionalización de los jóvenes o algo incluso más básico: eliminar las cuotas, disfrazadas de “aportaciones”, que los padres de familia deben de pagar para que sus hijos permanezcan en la escuela.


El asunto de los grupos vulnerables es otro asunto, si bien como muchos, celebro que estos temas por fin hayan llegado a las mesas de discusión, no todo se resuelve con pensiones a las mujeres de 60 años y más (adicionales a los apoyos de la tercera edad que ya se dan en la actualidad). Se dejaron de lado los casi 14 millones de mexicanos y mexicanas que tienen alguna limitación y que requieren de una estrategia dirigida, tampoco se mencionó a los miles de niños, niñas y adolescentes que viven en condiciones de violencia o en situación de calle, y de forma muy superficial se mencionó a los indígenas, los migrantes y  la comunidad LGBTQ+, lo que refleja nuevamente un claro desconocimiento de la realidad y la complejidad que estos grupos enfrentan día tras día.


Finalmente las propuestas para combatir la corrupción, que claramente requieren de transparentar casi todas las decisiones que involucren al sector público en la sociedad, principalmente en sus vínculos con el sector privado y social, donde las propuestas oscilaron entre la creación de una Agencia Federal Anticorrupción y una Agencia de Innovación Pública, que no sabemos si serán autónomas o serán instancias bajo el poder ejecutivo que “supervisará” lo que el poder público hace o el fortalecimiento del INAI, quizá en el mejor de los casos, la digitalización de los tramites gubernamentales que solo cubren un pequeño porcentaje del importe total de los actos de corrupción que cada año se consuman en nuestro país. Propuestas sin reflexión, sin soporte, sin análisis del problema, para despertar y generar conciencia ciudadana o iniciativas disruptivas, atrevidas, innovadoras, fuera de lo que ya hemos hecho y que ya comprobamos que no funciona.


Como economista, me encanta hacer uso de los números, porque nos ayudan a establecer una base de comparación y entender de mejor manera como se comportan los fenómenos sociales, pero ello no significa que la información cualitativa no sea significativa, la realidad es que se han lanzado a hacer giras y recorridos por todo el país sin un conocimiento profundo de las carencias y problemáticas que deberán enfrentar, quizá por eso, me entristece que la discusión post debate se centre más en quien gana o quien pierde, creó que eso es profundamente irrelevante ante los enormes desafíos que enfrentamos en tantas materias.


No se trata solo de hacer compromisos vacíos o promesas con la sociedad de que todos sus problemas se van a resolver a partir de programas y ayudas sociales, se trata de que entendamos como ciudadanos que el presupuesto tiene sus límites, que hay compromisos que no van a poder cumplir, que hay desafíos y obligaciones que no podrán ignorar y por ende, que más de una de sus ideas, ni siquiera llegará a los planes de gobierno, de ahí la necesidad de ser mucho más críticos con lo que cada una plantea y dudar de aquello que parece demasiado bueno para ser verdad.


Claro que la responsabilidad es nuestra, ya que somos los que mayoritariamente decidiremos quien deberá encabezar la tarea de gobierno, a quien le daremos la facultad de decidir en todos los asuntos por nosotros, porque claramente los candidatos y las candidatas de las más de 20,000 posiciones que habrán de renovarse este año solo piensan que, como decía mi sabia abuela: “prometer no empobrece”.