Representatividad de las minorías

Oscar Glenn

Representatividad de las minorías

Todo lo que no sirve para el propósito para el que fue diseñado o adquirido, es caro o es un desperdicio, me dijo alguna vez un amigo y creo que es irrefutable si pensamos por ejemplo en adquirir con nuestros recursos una maquinaria o una herramienta sofisticada que promete resolvernos algún problema o hacernos la vida más fácil.

Imaginen que luego de un proceso algo complejo de decisión y encargo; del riesgo de sólo haberlo visto en fotografías o videos y leído algunas reseñas sobre sus virtudes; de saber que provendrá de un sitio lejano y confiar que está fabricado con buenos materiales; pese a desconocer los términos o el respaldo de la garantía, apostamos por ordenar la compra, para acabar dándonos cuenta al paso de unos días de haberlo recibido, que no hizo la diferencia que esperábamos en nuestra actividad y en poco tiempo se convierte en un estorbo y un gasto inútil.

Creo que cuando menos tres cosas pudieron pasar para llegar a este punto: 1. No entendimos correctamente para lo que servía y fincamos una expectativa inadecuada de su utilidad. 2. No fuimos lo suficientemente hábiles para descifrar el instructivo de uso y acabamos por no aprovecharlo. 3. Efectivamente era un artefacto inútil y de mala manufactura sobre el que no verificamos si existía suficiente garantía, ni supimos identificar deficiencias y nos dejamos llevar por un espejismo.

Lo peor, si al final seguimos sintiendo que algo nos hace falta para simplificar una parte de nuestra labor. Lo mejor, si con una o dos adecuaciones al diseño original, por cuenta propia o con ayuda de algún conocido más hábil, acabamos diseñando una poderosa herramienta justo a la medida de nuestra necesidad, potenciando lo invertido. Acepto que lo segundo es poco probable, pero no imposible.

No pude evitar pensar en este rudimentario ejemplo, cada vez que han hablado de lo costosos e inútiles que son los diputados o senadores de representación proporcional, o ante la idea que ya han aprobado en comisiones legislativas del congreso mexiquense para reducir prácticamente a la mitad el número de síndicos y regidores con el argumento que cuestan mucho y generan poco o nada para beneficio de la sociedad a la que se supone se deben.

Es cierto, son muy pocos casos de síndicos, regidores, diputados o senadores que llegan al cargo por representación proporcional y se vuelven notables por su servicio a la sociedad, así las cosas, suprimir un gasto inútil parece la solución más fácil. Pero ¿Acaso no hay otra forma de hacer que esas posiciones sean verdaderamente de representación proporcional directa de las minorías? ¿La fórmula de asignación alguna vez inventada es inmutable? ¿Las representaciones proporcionales no podrían cumplir funciones específicas para darles significación?¿Qué pasará con la representación de las minorías por la que se supone se han luchado a lo largo de muchos años en México?

Lamento que no se haya generado hasta ahora en los partidos que se oponen a esta medida reduccionista y abaratadora en los ayuntamientos, un argumento más elaborado que el de la vulneración de la democracia y la sobrerrepresentación, pueden tener razón, pero nunca hablaron del fortalecimiento e impacto de las acciones de las representaciones minoritarias en los gobiernos municipales, la asignación de funciones específicas dentro del gobierno con responsabilidades de contrapeso y servicio, eso hablaría de visión, compromiso de trabajo y resultados medibles para estas figuras, que hoy al no tenerlas son indefendibles. Todos perdimos en alguna medida. Ojalá lo hubieran pensado antes.