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Porque defender al INE

Porque defender al INE
A casi tres décadas de su fundación, el INE ha sido un arbitro electoral imparcial, profesional, y una institución fundamental para construir la democracia en México. La credibilidad del INE esta respalda en opinión pública, pues 65% de la población lo aprueba en la organización y vigilancia de las elecciones. El riesgo de regresión autoritaria es latente, y hay que tomar una postura para defender a las instituciones que garantizan la democracia, la libertad de expresión y la pluralidad de ideas en nuestra sociedad.

En medio de la crisis de confianza en la democracia, se ha gestado un ataque a sus instituciones en diversas regiones, desde democracias consolidadas hasta regímenes en vías de lograrlo. De acuerdo al último reporte de la serie de encuestas latinobarometro.org realizado en 2021, se confirma la desconfianza de la última década. Lo positivo es que la pandemia no ha aumentado la desafección, pero si se mantiene la apatía. En general, se demanda mayor democracia, y bienestar. El problema es que las economías no han sido capaces de generar empleos en cantidad y calidad para una población cada vez más demandante. El reporte advierte que se rechaza fuertemente el proceder de las élites que defienden intereses desde los gobiernos en detrimento de las mayorías. Uno de los escenarios de mayor riesgo es el creciente apoyo a un gobierno no democrático si este “resuelve los problemas”.

En este contexto de desafección, se ha desencadenado un ataque sistemático a la autonomía de órganos autónomos como el Instituto Nacional Electoral (INE), Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI), y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) entre otros. Por supuesto que las instituciones tienen áreas de oportunidad para mejorar. Lo que hay que diferenciar son las propuestas de cambio institucional a la crítica destructiva que busca debilitar recursos y funcionamiento, porque lo que esta en juego es el futuro de la democracia. Habrá que estar muy atento a que las funciones sustanciales de instituciones como INE continuen garantizando la libre competencia y equidad. Asimismo, se debe de garantizar un régimen de libertades públicas y derechos para que exista pluralidad y tolerancia.

Unas de las propuestas de reforma electoral del partido Morena tiene que ver con la desaparición del INE y órganos locales (OPLES) y sustituirlos con el llamado Instituto Nacional de Elecciones y Consultas. De acuerdo a la encuesta telefónica nacional de El Financiero de mayo, la opinión pública registra una polarización, pues la mitad apoya esta propuesta (48%), y una ligera mayoría la desaprueba (52%). Como ciudadanos, hay que tomar una postura, y defender a instituciones como el INE porque han sido las constructoras de la democracia electoral que tenemos, que puede ser imperfecta, pero al final ha sido fundamental para garantizar la alternancia política en la Presidencia de la República. El órgano electoral independiente de México ha acumulado una historia de más de 30 años, jugando un rol imparcial y profesional para que se diera por primera vez la alternancia política a favor del PAN en el año 2000, gestiono el conflicto poselectoral del 2006, el triunfo del PRI en 2012, y el histórico triunfo de AMLO en el 2018.

Antes de la fundación del IFE, la organización de las elecciones corría a cargo de una comisión electoral dependiente de la Secretaria de Gobernación. Una de las elecciones más polémicas fue la de 1988 en la que resulto triunfador Carlos Salinas. En esa contienda, se atribuye al entonces secretario de Gobernación, Manuel Barlett, la frase de que se “cayo el sistema”. A raíz de la demanda de elecciones limpias, surge un órgano autónomo y ciudadano con presupuesto propio, llamado Instituto Federal Electoral (IFE), hoy INE.

A casi tres décadas de su fundación, el INE ha sido un arbitro electoral imparcial, profesional, y una institución fundamental para construir la democracia en México. La credibilidad del INE esta respalda en opinión pública, pues 65% de la población lo aprueba en la organización y vigilancia de las elecciones. El riesgo de regresión autoritaria es latente, y hay que tomar una postura para defender a las instituciones que garantizan la democracia, la libertad de expresión y la pluralidad de ideas en nuestra sociedad.