A ocho días de la explosión en Tlahuelilpan Hidalgo que ya ha dejado más de un centenar de muertos, pobladores de Otumba que tomaban gasolina de una fuga clandestina, tuvieron la desverguenza y osadía de enfrentar e intimidar a militares que trataban de disuadirlos por el delito y el riesgo en que incurrían.

¿Ya será tiempo que el Presidente Lopez Obrador al afirmar que el ejército no reprimirá, les restó respeto?

¿Ya podrá empezar a darse cuenta que si la tragedia reciente no los detiene, la oferta de dinero en programas sociales quizá tampoco lo hará y el único camino es castigar con severidad a delincuentes y no convertir la presunta pobreza en un pasaporte a la impunidad?

Ojalá aplique ambas cosas apoyo y sanciones o habrá un gran desperdicio.