El dilema de las redes sociales

Oscar Glenn

El dilema de las redes sociales

¡Gracias Señor Trump!

Intensificar la discusión sobre la libertad de expresión y censura en las redes sociales es, quiérase o no, es otra de sus influencias.

Cuando decidió desafiar los criterios de permisividad de Twitter con sus publicaciones, tras algunas advertencias por difundir mensajes que si bien expresaban su sentir, fueron calificados como potencialmente incitantes a la violencia, en una sociedad tensa por una elección, polarizada y desconfiada. Eran peligrosos, provocadores y desagradables pues. Fue suspendido y no fue el primer caso en el que aplicaron su poder silenciador

Antes otras redes igualmente poderosas como Youtube o Facebook habían decidido censurar usuarios a los que unilateralmente calificaron de haber violado las reglas, sabiendo que todos los aceptamos los términos antes de ingresar y al que no le gusta no entra.

El episodio ha resonado en la arena política nuestro país, motivando que esas plataformas que en algún momento se exaltaron como un santuario de la discusión entre iguales con alcance inusitado -"la nueva plaza pública", decían- fueran cuestionadas y señaladas al evidenciar que aun cuando algunos pensaban que sabían cómo dominar la conversación con inversiones y tácticas, no había tal y las empresas con un "click" aplicaron el control que los usuarios les cedimos, incluso para poner en entredicho nuestra valiosísima libertad de expresión.

La preocupación evidente por el efecto político de ese control empresarial, motivó que el Senador Ricardo Monreal haya preparado una iniciativa de reforma a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión que podría presentar en breve, para regular las redes sociales, argumentando que se trata de proteger la libertad de expresión y el derecho a saber, no de censurar.

Propone Monreal que no sea un ente privado acaudalado el que decida que personas y que contenidos suprimir, dado que usan patrimonio de la nación para transmitir, aunque por la forma y la prisa, se percibe que preocupara el que pudieran impedir en algún momento al Presidente de México la difusión de alguna idea, como pasó con Trump.

La discusión del tema parece inevitable y necesaria, considerando que ya en otros países se está avanzando al respecto además que el valor e influencia económica que han logrado son muy significativos para ser casi la aduana comercial digital entre las empresas y sus clientes, planteando otros desafíos complejos.

Es necesario que no sólo se tome parecer a las propias empresas involucradas y al Instituto Federal de Telecomunicaciones, quizá también al INAI para que se garantice así a través de organismos autónomos, que no se trabaja para dar control al ejecutivo sobre las plataformas digitales. Y que no sigan pretendiendo desaparecer a los organismos autónomos, claro.
La disyuntiva a superar es: ¿Qué hacer para no dar tanto poder al gobierno que imponga controles extremos a las redes sociales, ni permitir a las redes tal autonomía para censurar a cualquiera, incluidos los gobiernos e imponer sus criterios? ¿En quién confiarían más? No está fácil. Atentos a la discusión y ojalá opinemos.