Imagogenia:

Martha Nava

Imagogenia:

Nancy Etcoff dice en su libro "Survival of the Prettiest" que la apariencia es la parte más pública que tenemos y que la gente asume refleja exactamente cómo somos como seres humanos.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó recientemente un estudio en el que entrevistó a 32 mil 481 personas con diversas características: sociodemográficas, de ocupación y nivel educativo de entre 25 y 64 años, y los resultados han generado polémica.

Cuándo se habla de conceptos referentes al aspecto de las personas el nivel de sensibilidad es alto y se debe de tocar con el respeto debido tal es el caso de la pregunta realizada en este estudio sobre el autoreconocimiento de color de piel en el que se aplica una escala cromática con 11 tonalidades a fin de que el entrevistado identifique su tono.

Así entre los resultados destaca que de las personas que se identificaron con el tono más claro sólo el 10% no cuenta con algún nivel de escolaridad mientras que para aquellos de tonalidad más oscura el porcentaje se eleva a más del 20.

Este estudio también indicó que las personas con el tono de piel más clara ocupan más puestos directivos que aquellos de piel más oscura o tiene oportunidad de empleos mejor remunerados.

Así queda claro que nuestros prejuicios toman control sobre la percepción. Pero, no debemos culparnos, aunque estamos en un proceso de adaptación social este tipo de preferencias sin sentido vienen cargadas en nuestro código genético, cultural e histórico -aunque no es justificación-.

Para comprender este problema de imagen y percepción social, primero hay que analizar lo siguiente: el prejuicio es el juicio de valor otorgado a todo aquello que nos rodea a través de una cadena de procesos influenciados por el grupo social al que pertenecemos que además crea la base social de una conducta colectiva frente a una situación o estímulo. Esto significa que nos vemos influenciados por nuestra comunidad al emitir una opinión sobre algo o alguien.

Por otra parte, el color como un atributo del objeto se convierte en un estímulo visual, que se apodera de aquello que imaginamos y que es consecuencia de nuestra experiencia con el objeto o persona. Es decir, mi reacción cerebral ante una persona con determinado color de piel dependerá de mi experiencia de vida -sí conozco a una hombre sumamente atractivo de piel apiñonada que huele bien y que además es muy inteligente creeré que la mayoría de los hombres con dichas características son así; en cierta medida esto sucede porque mi cerebro reaccionará igual con una parte de estos estímulos casi instintivamente aunque se trate de otra persona-.

Hay que analizarlo también de esta manera, una imagen atractiva es un producto que se vende de forma natural -vaya no requiere de mucho esfuerzo para ser aceptado- ya que nacemos con preconceptos de lo que es estético y además desde pequeños aprendemos a obtener información a través de la apariencia -la piel nos aporta mucha más información que sólo su nivel cromático-.

Y aunque una persona con imagen atractiva tiene ventajas como contar con más posibilidades de ser ayudada por otros que aquellos que no lo son también Etcoff dice que inconscientemente esperamos que este tipo de personas sean mejores en todo.

Al final del día siempre será mejor trabajar en esos conceptos genéticos que afectan nuestra percepción y permitir a todo el mundo probar su valía más allá de su imagen física.