Imagogenia

Martha Nava

Imagogenia

El alcohol no es un buen aliado de la imagen pública, por el contrario lo catalogo como uno de sus peores enemigos no importa si eres actor, político, estudiante o empleado, excederse en su consumo deprecia la imagen y otorga atributos negativos.

Comento lo anterior por el vergonzoso momento que vivió el galán, actor y cantante Alejandro Fernández en el palenque de la Feria de Puebla quien estuvo a punto de vomitar -y por poco y lo hace- enfrente de toda su audiencia, al grado de que se retiró a mitad de una canción para hacer lo propio y regresó a "terminar" su show en visible estado de ebriedad según testimonios de algunos fans que además dijeron no podía ni cantar como es debido.

El Potrillo busco justificación a su conducta con un tweet en el que pedía que le dieran tequila Herradura y no uno rosa, como si la cantidad que consumió no tuviera nada que ver con su lamentable estado.

Este incidente público del cantante se suma al de Las Vegas en agosto del año pasado dónde se difundieron imágenes en las que se le ve sin camisa y bastante entonado -incidente que manejó con mucha soltura pues supo reírse de él- y al de la boda de Ximena Navarrete donde de nuevo se le ve en actitud sospechosa. Hasta cierto punto en estos momentos el consumo de alcohol podría aprobarse pues hablamos de circunstancias de esparcimiento: un concierto -aunque el fuera el cantante y cantar sea su trabajo-, una despedida de soltero y una boda; mas no debemos olvidar que "nada con exceso, todo con medida" ya que sin importar el momento, el día o el lugar siempre hay alguien observando y peor aún publicando en redes sociales.

Este es sólo un ejemplo del impacto que puede tener sobre la imagen de cualquier persona -y sí, para una figura pública es mucho mayor- no controlar el consumo de alcohol pues no olvidemos que hoy en día nadie, absolutamente nadie, tiene "vida privada" gracias a las redes sociales digitales -recordemos a #Lady100pesos, "soy hijo del papa", "me amarraron como puerco" por poner algunos ejemplos-; una persona común puede convertirse en el centro de atención de toda una comunidad digital, la web no perdona y tiene memoria a largo plazo.

Cuidar la reputación es primordial pues este tipo de incidentes restan mucho a la imagen y propician una percepción negativa que se asocia con: carencia de control, poca responsabilidad y por lo tanto nula confiabilidad; nadie en su sano juicio busca proyectarse sin estas cualidades no olvidemos que ya todo mundo tiene acceso a las redes sociales digitales tu jefe o futuros empleadores, tus padres, maestros o colegas laborales -ya sé, no todo es agradable en la era digital- así que es mejor cuidar la cantidad, el lugar y las personas con las que decidimos tomar.

Martha Nava Argüelles
@mar_naa