Escucha y piensa

Oscar Glenn

Escucha y piensa

Nos estamos acostumbrando a que el Presidente López Obrador en estos primeros meses de su gobierno siempre encuentre la forma de ser el centro de atención y salga generalmente victorioso de sus contiendas transformadoras. Son muchos los asuntos de la realidad de este país que en la percepción popular necesitan ser cambiados y el presidente es el designado para ello, pero debe sopesar muy bien los riesgos, escuchar más y razonar mejor para tomar decisiones.

Entiendo que es muy fuerte y seductora la tentación de marcar la agenda informativa todos los días y que para el Presidente hacerlo a lo largo de más de cien días que lleva de su mandato es una proeza que puede volverse una adicción peligrosa, que lo puede llevar por terrenos escabrosos si pretende no perder un solo "turno al bat" y seguir insertando temas que tengan siempre efecto favorable a su imagen.

Esta intención ha sido caracterizada por la exposición diaria de asuntos y posturas polarizantes, dónde sus leales feligreses apoyan a muerte su causa y lanzan embestidas contra los que difieren, pero es muy difícil pensar que puede mantener una racha invicta en todos los escenarios y por ello no debe sobre reaccionar cuando el marcador no le es favorable.

El fin de semana reciente, durante la inauguración del Nuevo Estadio de Béisbol del Equipo de "Los Diablos", el Presidente recibió una rechifla que no detuvieron las encuestas que retratan su popularidad, pero que bien pudo evitar contestar con una descalificación y una balandronada, pues se trataba de un asunto podría haberse sólo divertido y apostar por el buen humor para salir del paso.

El presidente vio la otra cara de lo que a diario cultiva y no es bueno ni correcto abuchear al Presidente, menos fue la forma de responder, porque claramente en este tiempo y en ese escenario, no se puede consolidar la idea de éxito o fracaso de su incipiente sexenio, pero dio motivo para debatirlo, y ojalá aprovechen para reflexionar al respecto.

Si empezando la semana quería volver a saborear las delicias del afecto ciudadano, dejando atrás el mal rato sabatino, la presentación de los avances del Mecanismo de Protección a Defensores de Derechos Humanos y a Periodistas, que por su labor está en riesgo su integridad; era muy buen tema. Un gran reto sobre el que deben informar paulatinamente.

Señalar que trabajarán para reforzar la protección de los Periodistas, involucrar a los dueños de los medios de comunicación sean corresponsables para garantizar la integridad y la seguridad de sus trabajadores, ya que lamentablemente los despiden y los estigmatizan para que no los vuelvan a contratar, obligándolos a buscar sustento en otros lugares, es un reto que requiere persistencia

Seis periodistas han muerto desde el 1 de diciembre de 2018 a la fecha, sólo uno de ellos estaba bajo la protección del mecanismo, en cuatro casos los responsables de los homicidios ya fueron detenidos los criminales.

De nueve defensores de derechos humanos ultimados en lo que va del sexenio, sólo en dos casos han logrado la identificación de los criminales, en siete tienen nulo avance. Todo esto merece mucha atención y seguimiento.

Entonces ¿qué necesidad había de exigir disculpas al Rey de España o al Papa por los agravios generados hace quinientos años en el proceso de conquista? De inmediato la respuesta negativa del Gobierno Español, mostró lo impertinente del hecho.

Más uno se pregunta si no hay nadie, más allá de la asesoría de su esposa, la escritora Beatriz Gutiérrez -por cierto Coordinadora Nacional de la Memoria Histórica y Cultural de México- que le diga al mandatario lo inconveniente de sus decisiones o si no hay nadie más a quien escuche y atienda antes de actuar.

Ojalá que sí.