Opiniones

La sucesión presidencial en 2024

La sucesión presidencial en 2024

 


La sucesión presidencial guarda un conjunto de reglas formales e informales que buscaban garantizar la transmisión pacifica del poder presidencial. Durante la época del partido hegemónico y dominante, ser candidato del PRI era sinónimo de ser el gobernante que sucedería al Presidente saliente, y la disciplina interna era una condición indispensable para ser el elegido, al estilo de la moemorable frase del líder obrero Fidel Velazquez, quien advertía a los aspirantes “el que se mueve no sale en la foto”. 


Luego de la alternancia política del año 2000, las sucesiones presidenciales panistas evidenciaron la fragilidad del rol del Presidente como el gran elector, así como de mayor competencia política para lo cual era necesaria una mayor visibilidad de los políticos. Los triunfos de candidatos políticamente activos, y que representaban a la oposición al bloque dominante como Calderón en 2006, Peña Nieto en 2012 y López Obrador en 2018 revela los cambios de las reglas del juego de la sucesión presidencial en la que los tiempos demandan “moverse para salir en la foto”.


Un Presidente popular ha dominado la narrativa de la conversación pública durante el sexenio, e incluso hacia la mitad, introdujo el concepto de las corcholatas como una manera de identificar a los aspirantes presidenciales, entre las que destacan Claudia Sheinbaum (ex jefa de gobierno) de la cdmx, Marcelo Ebrard (ex canciller), Adan Augusto (ex secretario de Gobernación), Ricardo Monreal (líder del senado), y con menores posibilidades a los representantes de sus aliados políticos PT y PV.


Hasta antes de la renuncia de los aspirantes al Gabinete, el formato de la sucesión parecía muy controlado por el Presidente, sin embargo, ya en campo abierto, a pesar de que no habrá debates internos, las condiciones podrían cambiar. El método de selección del candidato de Morena y sus aliados será el de la encuesta en opinión pública. El primer lugar será el coordinador de defensa de los comités de la 4T (virtual candidato), y los otros aspirantes tendrán cargos en un futuro gobierno como líder del senado, secretario de Gobernación, y de la cámara de diputados. Si las encuestas registran escenarios competitivos con margenes cerrados, y los contendientes cuestionan el resultado, surge la interrogante si el Presidente tendrá un voto de calidad para elegir a us candidato, y convertirse nuevamente en el gran elector como en el pasado.


De acuerdo a las encuestas publicadas antes de la renuncia al Gabinete, la puntera ha sido Claudia Sheinbaum seguida cercanamente por Marcelo Ebrard y Adan Agusto López. Las bases sociales de campaña de Sheinbaum y Adan Augusto vienen del segmento más duro de quienes se identifican con el Presidente y su partido, en tanto que el perfil de quienes apoyan a Ebrard representan a simpatizantes de la izquierda, de Morena, pero también de apartidistas, e incluso de panistas y priístas. El resto de los contendientes parecen lejos, pero podrían decantar a favor de alguno de los punteros. La contienda no ha estado exenta de ataques internos.


La sucesión ya está en marcha, y el Presidente así como el partido gobernante Morena se han adelantado en el posicionamiento, y podrían ser cuestionados por actos anticipados de campaña. Por otro lado, los aspirantes a candidatos presidenciales de la oposición lucen desarticulados y hasta ahora sin banderas de campaña.


Lo que parecía una sucesión presidencial controlada, se ha tornado un tanto incierta para descubrir quien será el candidato del partido gobernante, del partido Movimiento Ciudadano que ha manifestado que jugará solo, y de una eventual alianza opositora entre PAN, PRI y PRD.


 


CLAVES:


 


-El método de selección del candidato de Morena y sus aliados será el de la encuesta en opinión pública. Si las encuestas registran escenarios competitivos con margenes cerrados, y los contendientes cuestionan el resultado, surge la interrogante si el Presidente tendrá un voto de calidad para elegir a us candidato, y convertirse nuevamente en el gran elector como en el pasado.


 


 


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