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MOS o método de selección opositor

MOS o método de selección opositor

Los procesos de selección del candidato presidencial formal se estarán celebrando entre noviembre y diciembre de 2023, ello para que se ajuste al formato reducido de campaña de 90 días (artículo 41 constitucional) para presidente y senadores, y de 60 para diputados federales. Todo depende del calendario electoral que haga público el INE.


Los métodos de selección de candidatos son ejercicios generalmente cupulares, en el caso del PRI o es por Consejo Político o por Asamblea de Delegados, en ambos casos no hay un ejercicio partidista de apertura a la militancia, el caso del PRD es más o menos parecido aunque son más aguerridas sus asambleas de consejeros políticos, mientras que en el PAN existe un consejo político reducido de militantes que deciden por voto libre y directo, parecería -hoy día- el ejercicio más democrático.


Ciudadanos organizados, organizaciones de la sociedad civil y grupos de poder exigen a los partidos de oposición ser parte central del proceso de selección del candidato opositor, pero tal parece que toparan con pared.


El jefe del ejecutivo ya nos aplicó la misma llave, pero nadie se había percatado de ello, cuando candidato, si bien es cierto que no tenía opositor al interior de su partido, se aseguró hacer público su famoso gabinete, ríos de tinta corrieron explicando la novedad del ejercicio y las más notables fortalezas de cada personaje a ocupar carteras específicas.


Lo que estaba haciendo el candidato en ese momento no era disminuir la desconfianza de los mercados o de los ciudadanos, estaba gritando a cada uno de los grupos morenistas que tenían la oportunidad de jugar y ocupar posiciones bajo el liderazgo de alguien, así quienes apoyaron a Marcelo pronto supieron que iban a tener espacios en Relaciones Exteriores, quienes apoyaron a Claudia sabían que ganando la jefatura de gobierno la nómina del GDF era para ellos, lo mismo para los seguidores de Adán y de Ricardo. Quienes se la jugaron con Tatiana, con Espriu o con Urzua, tuvieron cobijo y lo perdieron, no así quienes adoptaron otros liderazgos.


En la búsqueda del Coordinador de la Democracia Universal mejor conocido como “Corcholata Ganadora”, el presidente adelantó los tiempos para que todos tuvieran un incentivo selectivo positivo para apoyar al candidato de su preferencia, y lo mismo que en 2018 ya lanzó una red con varios anzuelos, el ganador será candidato presidencial, el segundo lugar senador y líder de bancada, el tercer lugar diputado y líder de bancada, el cuarto lugar ocupará un lugar “de primer nivel” en la administración pública federal etcétera, así solo le queda controlar una variable, ¿qué va a hacer si alguien decide salirse del tablero? El traidor o traidora iniciará juego nuevo en otro lugar, y sus seguidores podrán elegir unirse al equipo de otra corcholatao seguir al nuevo hijo pródigo. Todo puede pasar.


La oposición debería pensar en un proceso más o menos parecido, con incentivos o recompensas no tan distantes de las que hace uso el oficialismo, el problema es que el número de jugadores es inmenso, y seamos sinceros la vara para medir quedó muy baja, así que ese universo puede crecer exponencialmente.


A ver, quien gane una elección primaria o encuesta ponderada se queda con la candidatura a la presidencia, el segundo lugar va al primer lugar en la lista nacional de senadores y líder de su bancada, segundo lugar va a la primera posición de la circunscripción a la que pertenezca y líder de su bancada o pueden catafixiarlos por la presidencia de su partido incluyendo a la o el secretario general de su preferencia y dejarle esos espacios al cuarto y quinto lugar, y así traslapar espacios en la lista nacional de senadores y en los primeros lugares de la circunscripción a la que pertenecen. Incluso se pueden poner en juego los primeros lugares de las listas nominales en las cámaras locales, incentivos hay.


¿Quiénes votarían? Todos los ciudadanos inscritos en el padrón de militantes de los partidos que integran la coalición Va por México tendrían el pase asegurado a votar, todos los ciudadanos que no militan pero que quieran participar se podrían inscribir con antelación en un portal diseñado por el INE en el cual de forma privada se podrían cruzar los datos del ciudadano y su probable militancia en un partido político perteneciente a la coalición oficialista, en cuyo caso se le debería dar la oportunidad de renunciar a su militancia de forma pública y votar o mantenerse en su partido y no votar.


¿Cómo conquistar el voto? Debates, debates y más debates, presencia en medios con temas libres y agendas observadas por el INE para contabilizar que el número de participaciones de los candidatos sea equitativo. Asistencia a clubes de industriales, banqueros, centrales obreras, reuniones con la ciudadanía, universidades, espacios y formas hay miles, solo hay que ponerse de acuerdo.


¿Cómo votar? Eso ni siquiera debería presentarse como un problema, de nuevo, voto por internet en un micrositio del INE o en una app telefónica en donde solo se pueda activar la posibilidad de emitir el sufragio con los datos de la credencial de elector de cada ciudadano, para quienes no tengan esta posibilidad se podría habilitar en cada Junta Local una urna electrónica o una urna con boletas de papel, ello en función a los presupuestos partidarios.


¿Cómo sería el proceso? De nuevo se podría echar mano de la lista de insaculación de quienes integraron las mesas directivas de casilla y ya están capacitados. ¿Qué los candidatos quieren representación? Pues que consiganrepresentantes y los manden a las casillas bajo el principio de gratuidad.


Al final el resultado debería ser único e inapelable. ¿Cuál es el cochino dilema en esta probable solución? Que parece no haber generosidad, todos están convencidos en ser EL o LA habitante única e incuestionable de lo que queda de Palacio Nacional…