Tres veces Moreno
#Opinión de Ricardo Moreno Bastida
#Opinión de Ricardo Moreno Bastida
El proceso de consultas solicitado por Estados Unidos y Canadá en el marco del tratado de libre comercio signado por nuestro país con esas dos naciones está por iniciar.
El poderoso cabildeo de las empresas energéticas pretende que tanto la energía eléctrica como la industria petrolera quede en manos de las grandes corporaciones trasnacionales. La energía es la base del desarrollo y crecimiento de las naciones. Por ello el consumo energético independientemente de la Fuente de la cual provenga, es cada día mayor y las presiones por el mercado son muy fuertes.
La reforma llevada a cabo por el gobierno del Presidente López Obrador en materia de energía eléctrica aún con la legislación secundaria y sin tocar el marco constitucional ha favorecido para que la CFE retome el papel de gran productor de electricidad que los gobiernos neoliberales le quitaron y garantizando un precio accesible y alejando el fluido eléctrico de los vaivenes de los mercados.
El falso discurso de que la CFE produce solamente energía sucia es totalmente falso y solo tratan de enmascarar intenciones mercantilistas de las trasnacionales que se valen de una oposición rancia que hace todo por mantener los privilegios y prebendas que las multinacionales les otorgaron durante los últimos 25 años como gratificación por mantener en la ociosidad las grandes hidroeléctricas propiedad de CFE y por despachar la energía producida por entes privados antes que la que produce el estado.
Eso se acabó y es lo que les duele a las compañías trasnacionales. La forma en que ahora se despacha la energía eléctrica prioriza la producida por CFE en las cuencas y embalses del país a través de hidroeléctricas. Después la eólica y fotovoltaicas y al último las producidas con combustibles fósiles. Ello supone, dicen, una afectación a las inversiones y a partir de ahí pretenden socavar la soberanía energética nacional.
No existe una afectación al capital de esas compañías. Existe un nuevo modelo de despacho de la energía en el cual, la que se produce en las hidroeléctricas que es la más limpia de todas se despacha primero. Ese simple viraje en la estrategia ha detonado el malestar de muchos. Ha abierto un falso debate y se ha inundado a la opinión pública de falsos rumores y amenazas rupturistas del tratado comercial. Nada de ello sucederá pues los intereses comerciales son mucho más fuertes y claros de lo que muchos piensan. No entienden que al fin en Mexico brilló la luz y el cambio es en serio.
El poderoso cabildeo de las empresas energéticas pretende que tanto la energía eléctrica como la industria petrolera quede en manos de las grandes corporaciones trasnacionales. La energía es la base del desarrollo y crecimiento de las naciones. Por ello el consumo energético independientemente de la Fuente de la cual provenga, es cada día mayor y las presiones por el mercado son muy fuertes.
La reforma llevada a cabo por el gobierno del Presidente López Obrador en materia de energía eléctrica aún con la legislación secundaria y sin tocar el marco constitucional ha favorecido para que la CFE retome el papel de gran productor de electricidad que los gobiernos neoliberales le quitaron y garantizando un precio accesible y alejando el fluido eléctrico de los vaivenes de los mercados.
El falso discurso de que la CFE produce solamente energía sucia es totalmente falso y solo tratan de enmascarar intenciones mercantilistas de las trasnacionales que se valen de una oposición rancia que hace todo por mantener los privilegios y prebendas que las multinacionales les otorgaron durante los últimos 25 años como gratificación por mantener en la ociosidad las grandes hidroeléctricas propiedad de CFE y por despachar la energía producida por entes privados antes que la que produce el estado.
Eso se acabó y es lo que les duele a las compañías trasnacionales. La forma en que ahora se despacha la energía eléctrica prioriza la producida por CFE en las cuencas y embalses del país a través de hidroeléctricas. Después la eólica y fotovoltaicas y al último las producidas con combustibles fósiles. Ello supone, dicen, una afectación a las inversiones y a partir de ahí pretenden socavar la soberanía energética nacional.
No existe una afectación al capital de esas compañías. Existe un nuevo modelo de despacho de la energía en el cual, la que se produce en las hidroeléctricas que es la más limpia de todas se despacha primero. Ese simple viraje en la estrategia ha detonado el malestar de muchos. Ha abierto un falso debate y se ha inundado a la opinión pública de falsos rumores y amenazas rupturistas del tratado comercial. Nada de ello sucederá pues los intereses comerciales son mucho más fuertes y claros de lo que muchos piensan. No entienden que al fin en Mexico brilló la luz y el cambio es en serio.
