Opiniones

Litio en México, ¿la nueva gallina de los huevos de oro?

Litio en México, ¿la nueva gallina de los huevos de oro?

El litio es hoy considerado uno de los metales más valiosos, al ser el componente principal de toda clase de baterías utilizadas en los bienes tecnológicos actuales, celulares, tabletas, computadoras y automóviles...



Mucho se ha hablado de la existencia de Litio en nuestro país, al punto tal que se plantea en la Contrarreforma energética propuesta por el Presidente López Obrador, elevar a rango constitucional el aprovechamiento de este metal y toda clase de tierras raras existentes en México, a fin de que sea el propio gobierno el encargado de su explotación.


El litio es hoy considerado uno de los metales más valiosos, al ser el componente principal de toda clase de baterías utilizadas en los bienes tecnológicos actuales, celulares, tabletas, computadoras y automóviles, pero también se utiliza en la industria farmacéutica, del vidrio y la cerámica.


Es por la extensa utilización de este producto, en distintas industrias que la demanda ha crecido significativamente en los últimos años, solo para finales del 2020 la demanda internacional de este metal fue de 441.5 millones de toneladas y se espera que para el 2030, sea de 1,500 millones, impulsada principalmente por una carrera de transición energética internacional que busca reducir la huella de carbono y la dependencia a los combustibles fósiles.


El cliente principal de este metal es China, con una demanda creciente de poco más del 40% del total mundial, al ser también el principal productor de baterías de Litio (80% del mercado global), seguido de Japón y Corea del Sur.


Las regiones productoras de este metal, más importantes del mundo se encuentran en el denominado triangulo del Litio, integrado por Bolivia, Argentina y Chile, con la producción del 68% del total mundial, seguidos por Australia con un 17%, China y Estados Unidos con un 10% respectivamente y algunas otras regiones como Congo, Canadá y Alemania.


En México, de acuerdo con los informes del Servicio Geológico Mexicano, existen yacimientos potenciales en Sonora, Baja California, San Luis Potosí y Zacatecas, aunque, actualmente, de acuerdo a datos proporcionados por la Secretaría de Economía, sólo se han otorgado 30 concesiones de explotación a 10 grandes empresas (5 de ellas Canadienses), de las cuales sólo 3 están activas: Bacadehuachi, en Sonora por la empresa Bacanora Lithium, de capital chino e inglés, Proyecto Zacatecas de la empresa Organimax Nutient Corp de capital canadiense y Salar del Diablo en Baja California Norte por la empresa One World Lithium Co. también de capital canadiense.


A decir de la Cámara Mexicana de Litio, recientemente creada en 2021 México podría tener en su territorio casi el 3% de las reservas mundiales, (poco más de 243 millones de toneladas del llamado “oro blanco”), cuyo precio de mercado por tonelada ha tenido incrementos de más del 1000% en los últimos 20 años, al pasar de un valor de 1,590 dólares por tonelada en el año 2002 a 30,940 dólares para inicios del 2021, según datos de metalary.com, y no se prevé la estabilización del precio en los próximos 5 años, al contrario.


Debido a lo anterior, se asume como una enorme oportunidad para el propio gobierno mexicano la nacionalización de dichos yacimientos y la exclusiva explotación a través de empresas paraestatales, siguiendo como ejemplo el modelo boliviano y su empresa Yacimientos de Litio Boliviano.


¿Suena bien no?, tan sólo la hipotética explotación del Litio en México y su venta en el mercado internacional podría tener un valor de 4.5 veces la deuda externa soberana, ¿Dónde esta el problema entonces?, el problema está en los requerimientos necesarios para poder extraer, separar, purificar y alcanzar la calidad requerida por el mercado del dichoso metal.


Para ello se necesita un pleno conocimiento técnico y científico del comportamiento del metal, periodos prolongados de investigación y experimentación, invertir en tecnología e importar el know how para generar conocimiento y experiencia en los métodos de explotación y depuración, que el metal alcance la Ley requerida por el mercado, investigaciones de mercado y establecimiento de alianzas comerciales para incorporarse en la competencia global, todo lo anterior, que busca englobar una compleja cadena productiva y comercial, requiere presupuesto, ese que últimamente es tan escaso en nuestro contexto, aunado al hecho de que en el caso del modelo boliviano, a pesar de contar con una de las reservas más importantes del mundo, no ha podido concretar la industrialización del metal para obtener mejores recursos por su venta.


Debido a lo anterior, no parece ser uno de esos proyectos que pueda cristalizarse en breve con la esperanza de ver el resultado en el corto plazo, aunque sea, otra vez, asignándoselo al diversificado y cada vez más omnipresente Ejército.


Quizá mientras se desarrolla el Parlamento abierto para la discusión de la reforma energética en el Congreso, convendría entender mejor el contexto y analizar más de una alternativa viable, escuchar la voz de los científicos y expertos en el tema, por chocante y neoliberal que parezca, reunir y convocar a las empresas presentes en México y quizá en tiempos de escasez de recursos, optar por esquemas de inversión mixta que atraiga inversión, genere buenos empleos, conocimiento y ayude a consolidar una cadena de valor con potencial económico en los próximos años.


O bien, el gobierno podría cerrar todas las posibilidades de acceso a la iniciativa privada, amenazar a las industrias establecidas en México que poseen la tecnología, el conocimiento y los recursos, hablar de la existencia de redes de corrupción desde la mafia del poder y empecinarse a hacer las cosas a su real saber y entender, gastar lo que ni siquiera tenemos (Bolivia hecho a andar su empresa paraestatal gracias al endeudamiento externo) y decir con orgullo que el Litio es de los mexicanos, aunque al final, ni usted ni yo, ni la inmensa mayoría de los mexicanos vea un solo beneficio de dicha decisión, total ¿Qué puede salir mal?.


Cynthia Valeriano.
Profesora de Economía del Tec de Monterrey, Campus Toluca.
cvaleriano@tec.mx