Opiniones

Las designaciones partidistas

Las designaciones partidistas

 


Estamos a días de que inicie el proceso electoral local para elegir (todavía) a quienes integrarán el poder legislativo y los ayuntamientos. La agitación entre los partidos políticos y, por lo tanto de sus respectivas coaliciones, está en su máximo punto de ebullición. También al interior de los partidos hay efervescencia. Entre los diversos grupos de militantes, quienes aspiraban, quienes suspiraban, no son pocos los inconformes que podrían llegar hasta las renuncias respectivas. Se han encendido pasiones (y bajas pasiones) que encierran diversos sentimientos, tanto por “poder llegar” como por “no poder llegar”.


Hay adhesiones inesperadas a movimientos políticos antes vistos como adversarios. Raymundo Martínez Zendejas antes priista y ahora sumado al partido verde es un buen ejemplo. En una conferencia de prensa, convocada por los dirigentes nacionales del PAN, PRI y PRD, Alito Moreno mencionó a Martínez Zendejas como evidencia de que Morena está liberando de la cárcel a diversos personajes (en este caso a su padre) para operar a su favor en el proceso electoral. Y, dado que las inconformidades están en todos los partidos, las y los militantes y simpatizantes de diversos aspirantes están reclamando a sus dirigentes mayor apertura, sensibilidad y una actitud inclusiva en la toma de decisiones de sus respectivos institutos políticos.


En coyunturas como ésta, mucho más que en otras similares, entra en juego la democracia interna de los partidos políticos.  En la designación de candidatos esta democracia interna adquiere un protagonismo basado en los documentos estatutarios de cada partido. Alberto Espejel Espinoza y Juan Pablo Navarrete Vela publicaron en la revista Foro Internacional un texto en el que analizan el “índice de control político” (ICP).  Los autores basan su investigación en la evidencia normativa de los reglamentos partidarios y, a partir de algunos aspectos teóricos, construyen el ICP.  Estos elementos les permiten hacer un comparativo entre institutos con base en la premisa de que una organización con poca autonomía ejerce un escaso control sobre su entorno y se adapta a él y esto ocasiona que tengan poca noción del grado de cohesión partidista.


El control político cobra mucha importancia en los sistemas democráticos pues centra la atención en la distribución del poder para que no se concentre en pocas manos. Según los autores un partido será democrático en función de tres dimensiones en la toma de decisiones: selección de candidatos, competitividad y descentralización del proceso de nominación, además de la inclusión de actores en la decisión.


Así, en este momento de fuertes definiciones para nuestro país, para nuestra República, en todos los partidos políticos parecieran fallar aspectos como:



  1. La inclusión de sus militantes en la toma de decisiones. Candidatos y dirigentes no impulsan la participación de los integrantes de sus partidos en las deliberaciones internas.

  2. Respeto a los derechos fundamentales de sus militantes. Es decir, no hay plena libertad para expresarse, asociarse en grupos (o como a ellos les plazca) y ejercer su derecho a votar y ser votado en los procesos partidarios.

  3. El control político de las y los militantes sobre los dirigentes, que debe implicar entre otros aspectos:

  4. Revocación de mandato. Los dirigentes deben rendir cuentas ante las y los militantes e implica que puedan ser removidos por las bases cuando a su juicio no han tenido el desempeño adecuado.

  5. Reelección de dirigentes. El aspecto negativo de este recurso es que hay dirigentes que se eternizan en los cargos directivos y en lugar de ser un instrumento de rendición de cuentas ante militantes termina por recordarnos la vieja frase “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

  6. Incompatibilidad de cargos. Se concentran varios cargos, simultáneamente, en algunas personas y en ocasiones las responsabilidades los distraen de tal forma que no es posible atender uno u otro a cabalidad y se descuida el desarrollo pleno de las y los militantes.

  7. Mandato fijo. ¿Cuánto debe durar en el cargo un dirigente para que sea eficaz, para que exista el interés de renovarse o morir para que no olvide que se debe a su militancia?

  8. Derechos fundamentales. Las y los militantes deben tener mecanismos para proteger los derechos constitucionales. Los dirigentes no deben violar el derecho de militantes a la libre expresión y a la libre asociación al interior de los partidos, sea que formen grupos o corrientes o se reúnan por afinidad profesional o colectiva esto debe ser una garantía.


Las derrotas electorales tienen el precedente de decisiones equivocadas, muchas veces en la o el candidato, otras veces en la estrategia o el equipo que conforman, pero una parte (importante) suele relacionarse con las decisiones de las cúpulas partidistas que no buscan conceso ni lograr la aceptación de sus determinaciones.


Todos los partidos políticos, sin excepción alguna, saldrán a las calles a buscar el voto. En la defensa por la democracia y la República bien valdrían la reflexión de que “el buen juez por su casa empieza”. Más democracia interna nos vendría bien a todos, considerar el sentir de sus militantes sería una muestra elemental de respeto y de disposición al trabajo en equipo.