Esclavos de las mentiras

Arturo Argente

Esclavos de las mentiras

El término "maquiavélico" está cargado de connotaciones negativas, pero lo cierto es que el hombre al que se refiere este término supo entender con gran lucidez a la esencia del poder.


Nicolás Maquiavelo fue un político, escritor y filósofo del Renacimiento italiano que influyó de manera decisiva en el pensamiento político occidental. Su obra más representativa es El Príncipe, fue publicada en 1532, cinco años después de su muerte.  El príncipe analiza y explica la técnica de acceso y control del poder, y explica al gobernante: “el arte de conquistar y mantener el poder”. 


Maquiavelo, establece la diferencia entre tirano y príncipe, considerando que el Príncipe tiene su mayor fortaleza en el no ser odiado por su pueblo y que debe de provocar que sus ciudadanos tengan necesidad del estado, y que de él se encarna esta necesidad. Es así como se obtendrá el cariño y la lealtad de la población que más lo necesita. Esta es una forma como el gobernante sabe controlar las pasiones humanas. En cambio, el tirano hace uso del poder para beneficio propio, sin pensar en su población.


Actualmente, las conspiraciones son protagonistas del mensaje político y tiene la virtud de dominar los sentimientos de la sociedad y sirven como herramienta de manipulación política.  En estos tiempos tan convulsos y de incertidumbre, la sociedad ha necesitado simplificar la realidad para convertirla en cosas sencillas para poder entenderla. Varios son los ejemplos que reflejan lo dicho, ante los continuos accidentes del metro, el mal manejo de la pandemia, la fallida estrategia para enfrentar al narco y ahora la tardía respuesta del gobierno ante la desgracia que enfrentan los habitantes del estado de Guerrero, la incompetencia y corrupción es innegable. Entonces qué haces cuando ya no tienes argumentos para enfrentar la realidad, creas una conspiración, si como lo establece Maquiavelo, convirtiendo en víctima al gobierno, y no a la ciudadanía.


Igual que el Príncipe, se aprovecha de algunos sentimientos de amplios sectores de la sociedad para catalizar las fantasías de conspiraciones y eso nos hace sentir que nuestro bando está perdiendo el control y es así como se administra el enojo y la ira que tienen la ventaja de que no acepta argumento alguno. La conspiración se ha convertido en una herramienta muy útil para manipular a la gente.  Es momento de cuestionar nuestras convicciones, sin importar cuánto creamos en algo, debemos de abrirnos a cuestionar los hechos que nos indignan, solo así podremos librarnos de la cómoda, pero peligrosa tentación de ser esclavos de las mentiras.


Maquiavelo concluye que un príncipe nunca carece de razones legítimas para romper sus promesas. La política no tiene relación con la moral.