Crisis

Martha Nava

Crisis

Imagogenia 


Opinión y análisis de Martha Nava


Parece inevitable hacer mención del caso de Adán Augusto López Hernández, líder de la bancada de Morena en el Senado, que atraviesa una fuerte crisis de imagen pública y que amenaza con convertirse en un lastre tanto para él, como para su partido y, en consecuencia puede afectar también hasta a la propia presidenta Claudia Sheinbaum. Lo paradójico es que, tal como la historia reciente lo demuestra, Morena parece haber adoptado como estrategia la desestimación: dejar que las aguas se agiten, confiar en que se calmen solas y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Y, para sorpresa de muchos, ese método les ha dado resultado.


Ahora, no todas las crisis son iguales. Y en el caso de López Hernández la tormenta que enfrenta, combina dos ingredientes explosivos: dinero y vínculos con personajes del crimen organizado. Investigaciones periodísticas han revelado que tuvo ingresos por 79 millones de pesos, y por más que él se esfuerce en explicar que provienen de herencias, servicios profesionales o de su faceta como ganadero, deja en el aire una percepción, que tenga verdad o no, es difícil de revertir o de hacer pasar como verdad, por ejemplo: la idea de que su fortuna creció en paralelo a relaciones cuestionables con empresas contratistas y, en algunos casos, señaladas como “fantasma”.


A esto se le suma su relación pública con el caso de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad en Tabasco durante su gestión como gobernador, ahora detenido y acusado de estar ligado al grupo criminal ‘La Barredora’. El hecho de que Adán Augusto lo haya nombrado en su momento y que, además, su notaría presuntamente haya intervenido en movimientos empresariales vinculados con la familia Bermúdez, configura una narrativa peligrosa, y propicia que se genere una percepción negativa en torno a su imagen y la de cualquier persona asociada a él es decir, se le percibe como un político que se rodeó de personajes cuestionables, y también, el cómo se dio la construcción de su “edén empresarial”.


Sin duda, esta crisis se agrava por la manera en que el propio senador la gestiona. Un líder político que enfrenta este tipo de acusaciones graves debe mostrar control, seriedad y, sobre todo, una disposición firme a aclarar cada señalamiento con un ápice de humildad, pero también de sustentarlo con hechos y documentos. Y esto es tan cierto, que la propia presidenta lo empujó a aclarar públicamente su situación patrimonial, marcando distancia de la situación en un gesto político sutil, pero contundente. 


Y cuando parecía que el panorama no podía empeorar, un gesto aparentemente trivial reforzó la percepción de desconexión del senador ante las problemáticas que enfrenta, y es que pareciera que le importa tan poco la crisis por la que está atravesando que fue captado viendo un partido de la Champions League durante una comparecencia en el Senado del secretario de Hacienda. Esto no se trata del fútbol, se trata de lo que el hecho simboliza, un desinterés absoluto por su labor, su postura como líder de su bancada -y como uno de los líderes de Morena- y en general por el cúmulo de problemáticas que enfrenta. Alguno de sus asesores, debería hacer del conocimiento del morenista que cuando de política se trata los gestos, por pequeños que sean, importan tanto como las palabras. 


Al final, en temas de imagen pública, el error más grande no es enfrentar un escándalo, sino gestionarlo con indiferencia. Y si algo ha demostrado la historia reciente de la política mexicana es que las crisis no desaparecen solas, sólo se acumulan en la memoria colectiva hasta que, tarde o temprano, cobran factura. Y los problemas de Adán Augusto parece que apenas comienzan pues supuestamente es investigado tanto en México como en Estados Unidos, lo que sin duda lo convierte, para su partido y la actual administración, en un problema que conviene ignorar -como es su costumbre- o, eventualmente, dejar caer. 


 


Doctoranda en Imagen Pública


Directora π en SCIO Group


Ex godín Gubernamental


Fisgona por naturaleza y delirante por la imagen


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