El jurismo mexicano ha contribuido de manera significativa en el desarrollo del derecho en todo el mundo.
Nuestro país se ha destacado en materia de diplomacia y de derecho internacional público, así como en la creación de figuras jurídicas tan importantes, como lo son el amparo y el fideicomiso.
Iniciamos con Benito Juárez y su más célebre frase, “así como entre los individuos y entre las naciones. El respeto al derecho ajeno es la paz”; que constituyó un principio rector en el derecho internacional público. México ha sido uno de los principales impulsores y defensores ante las Naciones Unidas, de los principios internacionales del respeto a la libre autodeterminación de los pueblos y al principio de no intervención, que fueron propuestos mediante la muy conocida doctrina Estrada, que ha sido plataforma y andamiaje de la diplomacia; principio diplomático; que fue una aportación realizada por Genaro Estrada, cuando fungió como canciller mexicano.
Una de las grandes figuras aportadas por México para el mundo es el juicio de amparo, entendido como una herramienta de protección de los derechos humanos. Es importante hacer mención, para efectos prácticos, que existen dos tipos de amparo, uno que puede entenderse como una ‘última instancia procesal’, que proviene del sistema de casación y que surgió en Francia como un mecanismo para unificar la interpretación de la ley y asegurar la legalidad de las decisiones judiciales; y el otro ‘tipo de amparo’ es el que específicamente se creó en México, para la defensa de los derechos humanos, y que fuera sistematizado por Manuel Crescencio y Mariano Otero. El amparo se estableció con el objetivo de proteger las garantías individuales; ahora conocidas como derechos humanos; para evitar que los actos de autoridad constituyeran una violación a los derechos fundamentales de los ciudadanos. El amparo impide que un acto de autoridad pueda ser efectuado, hasta que un juez federal determine la legalidad de ese acto de autoridad que se pretende ejecutar.
El impacto del juicio de amparo ha sido profundo. No sólo ha fortalecido al estado de derecho en México, sino que también ha inspirado reformas constitucionales en otros países latinoamericanos, que han adoptado mecanismos similares de control de constitucionalidad y protección de los derechos humanos. Esta figura jurídica ha evolucionado hasta convertirse en un instrumento dinámico de formación jurisprudencial, garante de legalidad, de coherencia judicial y de protección a los derechos fundamentales, figura clave en los sistemas jurídicos contemporáneos.
Otra aportación notable del jurismo mexicano es el fideicomiso. Tiene como antecedente al fideicommissum y al trust anglosajón, pero el sistema mexicano lo transformó y renovó para convertirlo en una figura utilizada en todo el mundo corporativo y de negocios.
Su naturaleza contractual e innovadora, fue sistematizada y adaptada en el contexto bancario y de negocios del mundo. El fideicomiso mexicano, se define como un contrato, mediante el cual el fideicomitente transmite ciertos bienes o derechos a una institución fiduciaria para que ésta los administre o disponga de ellos en beneficio de un tercero, que puede ser el fideicomisario o el mismo fideicomitente.
Esta figura ha tenido una aplicación práctica, versátil, tanto en el ámbito público como en el privado, sirviendo como vehículo para financiar proyectos de infraestructura, administrar patrimonios, proteger bienes y fomentar el desarrollo económico. El fideicomiso ha demostrado ser una herramienta eficiente, transparente y flexible. Su marco jurídico ha sido continuamente perfeccionado para responder las necesidades cambiantes del mercado y del Estado, convirtiéndose en un mecanismo clave para la administración fiduciaria en México, siendo replicado en otras jurisdicciones con adecuaciones locales.
El juicio de amparo y el fideicomiso no sólo han sido fundamentales dentro del orden jurídico mexicano, sino que también han sido objeto de estudio e incorporación de otras legislaciones. El amparo, en particular, ha influido a la creación de acciones de tutela en Colombia, el Habeas Corpus ampliado en Perú, y otros mecanismos de protección judicial en América Latina.
El jurismo mexicano ha demostrado su capacidad para diseñar instituciones jurídicas, originales y funcionales, que han enriquecido, no sólo el derecho nacional, sino también el comparado. El juicio de amparo y el fideicomiso, representan dos de sus mayores logros: el primero como una garantía ejemplar de derechos humanos, el segundo como un instrumento moderno para la gestión patrimonial y financiera. Estas figuras no sólo responden a la realidad social y económica de México, sino que también revelan una tradición jurídica creativa, propositiva y comprometida con la justicia y el desarrollo institucional. Así, el jurismo mexicano continúa siendo una fuente de innovación y liderazgo jurídico en el ámbito latinoamericano y global.
