Opiniones

¿A dónde vamos a parar…?

¿A dónde vamos a parar…?

-Lumbreras

 


Uno de los temas que más eco tiene hoy en día es el uso de la Inteligencia Artificial (IA), y el ámbito comercial no ha quedado al margen de esta tendencia. En los últimos años, marcas como Nike, H&M, Ralph Lauren, entre muchas otras, han apostado por incorporar espejos inteligentes con IA en sus tiendas, con el objetivo de ofrecer experiencias interactivas, personalizadas y conectadas a sus clientes.


Estos dispositivos representan una fusión entre el espejo tradicional y una pantalla digital interactiva. Equipados con sensores de movimiento, cámaras, reconocimiento facial, conectividad wifi y bluetooth, micrófonos, altavoces y software especializado, los espejos inteligentes crean el entorno perfecto para generar perfiles de usuario. A través se logra registrar información sobre gustos, preferencias, tallas y comportamientos, lo cual permite ofrecer a los usuarios recomendaciones personalizadas y pruebas virtuales, optimizando a su vez inventarios y reduciendo devoluciones.


Sin duda, los beneficios son evidentes: los clientes pueden probarse prendas de forma virtual, recibir sugerencias de atuendos y accesorios, e incluso acceder a clases o rutinas personalizadas en gimnasios. Todo esto representa un canal de comodidad y eficiencia para el consumidor moderno.


Pero, ¿realmente necesitamos este tipo de espejos inteligentes? ¿Qué ocurre con los datos personales que recolectan?


Al interactuar con estos dispositivos, compartimos más de lo que imaginamos: rasgos faciales, tono de piel, expresiones, postura corporal, tallas, estilos, preferencias, y en algunos casos, datos de contacto como nombre, correo electrónico y teléfono. En sectores como el fitness o de salud, incluso se recopila información sobre ritmo cardíaco, estado de la piel o peso corporal. Es decir, datos que pueden ser considerados sensibles en el marco de las leyes de protección de datos personales en México.


Y aquí es donde el entusiasmo tecnológico debe dar paso a la reflexión. Los datos biométricos, por su naturaleza, requieren un tratamiento especialmente cuidadoso. Su uso debe estar respaldado por el consentimiento expreso y por escrito del usuario, quien debe conocer con claridad qué información se recopila, para qué fines y cómo será protegida. Además, al estar conectados a internet, estos dispositivos pueden ser vulnerables a ciberataques si no cuentan con medidas de seguridad adecuadas.


Como usuarios, tenemos el derecho —y la responsabilidad— de leer los avisos de privacidad antes de interactuar con estos espejos, evitar compartir información sensible si no es necesario, y preguntar si es posible utilizarlos sin que nuestros datos sean almacenados.


En ese orden de ideas, podemos advertir que el uso de espejos inteligentes será cada vez más recurrente. Y aunque sin duda revolucionan la experiencia del usuario, su implementación debe hacerse de forma consciente y responsable. Asimismo, podemos asegurar que la IA seguirá facilitando un sinfín de actividades, pero no deja de ser inquietante el grado al que podría llegar la tecnología en cuanto a la suplencia de tareas humanas.


Como dijera nuestro querido Marco Antonio Solís: “¿A dónde vamos a parar…?