Opiniones

Las infancias rotas

Las infancias rotas

Opinión y análisis de Vanessa Valles

Luego de que se diera a conocer que el albergue Ayudante al Niño, I.A.P., ubicado en Chicoloapan, Estado de México, con una trayectoria de 58 años y dirigido por el ciudadano estadounidense Steve Ross Earl, fue denunciado por presuntos abusos sexuales, distintas mujeres y hombres que vivieron ahí cuando eran menores de edad han alzado la voz para defender la institución que —aseguran— les dio techo, comida e incluso acceso a la educación.


Sus voces, testimonios y videos han sido difundidos en redes sociales, especialmente en Facebook, con el fin de defender la casa hogar que, para ellos, fue un verdadero hogar y les brindó herramientas para convertirse en personas profesionales y autosuficientes. Incluso, hay comentarios de algunos menores que mencionan extrañar el lugar, luego de que fuera clausurado tras un operativo realizado el pasado 9 de julio. Esto ocurrió después de que el periódico La Jornada publicara un reportaje señalando que la institución continuaba operando a pesar de tener más de una decena de carpetas de investigación por presuntos casos de abuso y explotación sexual infantil.


Tras dicha publicación, las autoridades llevaron a cabo un operativo con el objetivo de clausurar el sitio y, según se informó, “rescatar” a los menores que aún vivían allí.


Sin embargo, hoy quienes fueron retirados del albergue parecen ser nuevamente los más afectados. Ahora no tienen su cama, su casa, sus actividades, sus clases ni la compañía de sus “hermanos” con quienes compartían la vida cotidiana.


Corresponde ahora a las autoridades esclarecer la verdad sobre las condiciones en que operaba esta casa hogar. Llama la atención que existen numerosos testimonios de exresidentes —quienes se autodenominan “exniños”— que defienden con firmeza a esta institución. Aunque también hay otras voces que relatan haber sido víctimas de abusos dentro del mismo lugar.


En México, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, existen 53,862 niñas, niños y adolescentes en los Centros de Alojamiento de Asistencia Social (CAAS). Muchos de ellos fueron separados de su entorno familiar por situaciones como violencia, pobreza, migración o crimen organizado. Esta realidad representa un desafío social de gran magnitud.


En el Estado de México, solo existen 10 albergues verificados por la JAPEM que atienden a niñas, niños y adolescentes. En conjunto, brindan servicios como alimentación, educación y actividades recreativas a aproximadamente 387 menores.


Es fundamental visibilizar que, ante las duras realidades que enfrenta nuestro país, los CAAS deben mejorar las condiciones y calidad de los servicios que ofrecen. No obstante, también es justo reconocer que muchos de estos centros han desempeñado un papel clave como espacios de transición y refugio para miles de niñas y niños que han vivido situaciones de vulnerabilidad.


No permitamos que quienes más necesitan una atención urgente y digna, reciban la peor. Debemos priorizar el bienestar de la infancia. Cambiar la trayectoria de vida de una niña o un niño cuyos derechos han sido vulnerados es una responsabilidad colectiva.


Hagamos que las casas hogar se llenen de risas, juego y esperanza. Porque cada infancia merece crecer protegida, acompañada y feliz.