Rayuela, hace referencia al juego infantil que a través de brincos en un solo pie se busca alcanzar en el noveno cuadro que nos remite al cielo. Rayuela es una novela escrita por el argentino Julio Cortázar, publicada en 1963 y considerada una de las obras más destacadas del boom latinoamericano y de la literatura contemporánea porque además de ser un acto de entretenimiento; es un desafío intelectual constante porque invita a la reflexión y al análisis constante. Cortázar rompe con la narrativa tradicional y propone una estructura abierta a múltiples lecturas.
Esta obra refleja el juego de la rayuela, en el que se avanza y se retrocede por casillas, como sucede con la historia del protagonista Horacio Oliveira. La novela se puede leer de dos maneras: en el orden tradicional, del capítulo 1 al 56, o siguiendo un orden que el propio autor sugiere, que incluye algunos capítulos adicionales hasta completar 155 donde se encuentran las aventuras intelectuales, amorosas y literarias de Horacio Oliveira, primero en París y luego en Buenos Aires.
Rayuela involucra un sentido lúdico que nos dirige al plano de lo existencial, donde nos preguntamos por cosas de nuestra vida, sobre el mundo en que vivimos. En la lectura nacen reflexiones sobre nuestro sentir y nuestro actuar; sobre la libertad y la responsabilidad individual.
El protagonista, Horacio Oliveira, es un hombre común y corriente que siente que en torno a él hay cosas que no andan bien, cosas que incluso gente mucho más inteligente y que el admira, aceptan pero que él no está dispuesto a aceptar y se opone a la realidad tal como se la presentan diariamente. Se expone que el camino que ha tomado la humanidad no es el adecuado. Es aquí donde aparece un surrealismo que establece un mundo alterno al habitual en el cual nos desenvolvemos diariamente.
En la política mexicana el surrealismo adquiere dimensiones, alcances y matices insospechados. La más amplia y generosa imaginación se queda corta, lo acabamos de atestiguar en las últimas elecciones presidenciales. Los mitos los convertimos en realidad y la realidad en espejismos inexistentes. Estamos marcados por las circunstancias del destino, las invasiones y la pérdida de nuestro territorio dejaron huellas indelebles en el alma nacional. En el fondo, existe una rebeldía germinada en el subconsciente colectivo.
La forma de ser y de comportarse del mexicano tiene mucho que ver con nuestro origen, nuestro recorrido azaroso y con la presencia de trampas y engaños políticos que lastimaron nuestro ser nacional. No creemos en nadie, a veces, ni en nosotros mismos, menos en la autoridad que por años ha abusado y ha sido cómplice de atropellos y desventuras.
El gobierno es el reflejo de nuestras dudas, complejos, venganzas y frustraciones. Sólo así se explica que una administración quiera presentar una reforma constitucional que concentre el poder; avanzamos en la autonomía de la Fiscalía mexicana, pero los organismos autónomos están a punto de desaparecer. Los gobiernos condenan la corrupción y la impunidad y, al final, no encuentran a los culpables; somos un país con instituciones jurídicas avanzadas, pero no aplicamos la ley, impera la impunidad. Sin duda, México es un claro ejemplo de surrealismo puro.
Por esta razón tenemos un comportamiento errático y contradictorio, de alguna forma surrealista. A los extranjeros no les es fácil entender nuestra forma de proceder, a veces ni nosotros mismos nos entendemos.
Somos un pueblo siempre en construcción no termina lo que inicia. En las comunidades rurales, en los pueblos y en las colonias populares de las grandes ciudades es frecuente encontrar construcciones inacabadas y con varillas preparadas para proseguir el trabajo. Es la eterna ilusión de seguir adelante.
Somos un país que se encuentra atrapado en la eterna búsqueda de consolidar nuestra esencia nacional y definir con precisión nuestra identidad. Rayuela es una novela que cuestiona nuestra propia realidad y nos motiva a librarnos de nuestros demonios y cancelar la búsqueda de algo que ya se fue y que no volverá.