Entre la desilusión y el temor para elegir gobernadora

Javier Martinez

Entre la desilusión y el temor para elegir gobernadora

La Mayoría Silenciosa 


La elección para gobernador en el Estado de México ha tomado tintes catastróficos. Por un lado se tiene desilusión por las décadas de gobiernos del PRI, donde los problemas se hacen cada vez más insoportables, y por el otro, el temor a un gobierno de Morena que esté sometido al presidente, Andrés Manuel López Obrador, no sólo por su forma de gobernar sino por las actitudes arbitrarias y los procedimientos poco ortodoxos que aplica; sin respeto a la ley, las reglas y las instituciones.


Alejandra del Moral tiene que cargar con el estigma del Partido Revolucionario Institucional quiera o no. No puede desmarcarse de su partido y los malos resultados de los últimos gobiernos, la inseguridad creciente no es parte de una política del Gobierno federal, es la inacción de los exgobernadores, quienes han cedido cada vez más territorio a los grupos delictivos, quienes han dejado de atender los delitos del fuero común y con ello, propician que La Mayoría Silenciosa cada vez tenga más temor en sus hogares, trabajo o al transitar por cualquier calle del Estado de México.


Las extorsiones y el derecho de piso es cada vez más frecuente en los municipios de la entidad. Hace algunos lustros esto era parte de la zona de Michoacán o la zona sur del estado, ahora es frecuente en la capital mexiquense. A estos delitos hay que sumarle los feminicidios y las desapariciones que se han vuelto una constante en cualquier lugar.


El saqueo al Issemym pasó de ser una de las mejores instituciones a dar una pésima atención, antes cualquier burócrata se preciaba del trato que le daban en materia de salud, hoy sus medicamentos son de baja calidad, su servicio deja mucho que desear y las pensiones tardan casi dos años en otorgarse.


En el pasado cualquier gobernador procuraba dejar una obra que distinguiera su legado, ya sea por su magnificencia o porque resolvió un problema añejo a la sociedad, hoy las obras son realizadas con recursos federales, no resuelven nada y son de pésima calidad. El mantenimiento a las principales carreteras o las cabeceras municipales son cada vez más esporádicas, antes era cada año y una constante. Las obras pasaron de ser útiles a una forma de saquear recursos tanto estatales como municipales.


Si hablamos de corrupción, es un secreto a voces que quien llega al poder es amigo de un funcionario público es casi un hecho que se convierta en nuevo rico. Las formas de generar dinero se han modernizado, las compras se volvieron consolidadas, las reestructuraciones de las deudas un negocio redondo, las empresas son de amigos del gobierno en turno, los beneficios para unos pocos, perjudicando a la población y al pequeño comercio, concentrando la distribución de la riqueza en unos cuantos.


En el caso de Delfina Gómez la situación no es muy diferente. Quiera o no La Mayoría Silenciosa la está comparando con el presidente López Obrador y ella no se puede alejar de esa imagen. Por tanto, los resultados son paupérrimos, nadie está conforme con la política de abrazos, no balazos. Pero si las palabras no bastaran, la cercanía del Ejecutivo con el Cártel de Sinaloa, las cifras de homicidios dolosos que superan las de sus antecesores, las desapariciones, los feminicidios, los asaltos no han disminuido durante el mandato de Obrador.


La salud ha sido un lastre, la compra de medicamentos, la atención a niños con cáncer, la indiferencia ante la pandemia y el fracaso de Insabi, solo es una pequeña muestra de la incapacidad para atender algo tan preciado por un ser humano, por parte de un partido político.


En obras, el gobierno federal y Morena pueden presumir mejores resultados, hay obras magnas y están avanzando pese a su mala planeación o a lo rudimentario de su diseño. Sin embargo, Delfina Gómez poco ha sabido destacar estos logros para darle brillo a su campaña.


En el caso de la corrupción desafortunadamente se quedó en el discurso del presidente, sus colaboradores, sus hijos, sus hermanos, sus primos han sido exhibidos, por tanto, la corrupción es igual que en los gobiernos anteriores.


Como se ve, los resultados son muy parecidos en seguridad, salud, corrupción y transparencia. Si no hubiera escrito los nombres o partidos, La Mayoría Silenciosa sabría que estamos hablando de cualquier gobernador o político en cualquier estado o cualquiera que haya sido presidente. De ese tamaño es el reto, porque ahora ya todo está normalizado, nada nos espanta.


*Obrador a un paso de la irracionalidad*


Su popularidad es tanta, que no tiene empacho en enfrentar lo mismo a periodistas, políticos o ministros en la Suprema Corte; pero el presidente, Andrés Manuel López Obrador está un paso de la irracionalidad, quiere violentar los contrapesos que establece la Constitución, quiere enfrentamiento con los ministros, quiere someterlos al voto popular, solo por un acto de venganza, porque le rechazaron su plan de reforma electoral.


Si Obrador cree que La Mayoría Silenciosa no tiene juicio está equivocado, la gente conoce la importancia de la división de poderes, sabe que hay cosas que está haciendo mal, muchos que alguna vez confiaron en él, esperan la oportunidad para ir a las urnas y mostrarle su desacuerdo, la población ya no ve con buenos ojos sus excesos, lo que parecía simpático de primer momento se ha convertido en temor.