INCERTIDUMBRE

Cynthia Valeriano

INCERTIDUMBRE

 


Hace poco alguien me hacía una pregunta que, aunque pudiera parecer algo “random” me pareció interesante y muy profunda a la vez, ¿si tuvieras que describir en una sola palabra el 2025, que palabra sería? Y la respuesta que vino a mi mente de inmediato fue: incertidumbre.


De acuerdo con la Real Academia Española, la Incertidumbre se define como: falta de certidumbre, inseguridad, inquietud, desasosiego, indecisión, duda o sospecha. Por lo que creó que no hay mejor palabra para describir lo que hemos sentido, sin importar si usted es un trabajador independiente, trabaja para una empresa, es empresario, emprendedor, ama de casa o incluso si trabaja para el gobierno. Todos sin excepción hemos sentido esa sensación tan particular en la mente que se origina a partir de no tener claros los escenarios actuales y futuros.


Daniel Khaneman, psicológico y economista, reconocido por profundizar en el papel de los “sesgos cognitivos” en la mente humana, decía que las personas solíamos utilizar una serie de “atajos mentales” no solo para resolver problemáticas diarias, sino para tratar de explicar lo que nos sucede cuando carecemos de información confiable, muchas personas creen que los economistas tenemos todas las respuestas y explicaciones lógicas y confiables de todo lo que pasa en el mundo y en cada época, pero la verdad es que este año en particular, muchas de las conclusiones solo tienen una explicación en los sesgos cognitivos de los tomadores de decisiones y no tanto en las teorías económicas.


Empecemos por el principio, arrancando el año, tomó posesión de la presidencia Donald Trump y con su llegada por segunda ocasión a la Casa Blanca, inició la primera señal de incertidumbre por causas comerciales, denominémosla “incertidumbre comercial”. Cambió por completo las reglas del comercio, utilizando el acceso al mercado más grande e importante del mundo como una moneda de negociación muy poderosa para incidir en temas de otro tipo de agendas, la de seguridad, la migratoria, la impositiva, la agenda de paz, la participación de organismos internacionales, la relocalización de empresas y recientemente, hasta la agenda del agua. Este cambio de reglas y el uso indiscriminado de los aranceles como armas de defensa, provocó una enorme tensión en los mercados, que todos creíamos que terminaría por generar una escalada de precios e inflación descontrolada en Estados Unidos y que la propia realidad se impondría a la narrativa política de Trump. ¿Cuál fue el resultado?, se ha dado a conocer la cifra más reciente de inflación para la segunda quincena de noviembre, la inflación no solo este bajo control, se encuentra por debajo del parámetro fijado por la Reserva Federal, en apenas un 2.7%. Creíamos que como una respuesta natural, las cadenas de valor se encarecerían, que se entorpecería en tránsito de mercancías y que en el caso de México, las repercusiones afectarían la balanza comercial de forma dramática, pero sucedió lo contrario, algunos mencionan que el papel mesurado de la Presidenta Sheinbaum en la mesa de negociación ante Trump y la diplomacia indirecta (creada durante la época porfirista por cierto), utilizada por el Secretario Ebrard para matizar la posición de Estados Unidos frente a nuestro país, catapultó nuestros mercados, que cierran el año convertidos en el proveedor principal del país vecino, por encima de China y Canadá quedándose con el 16.2% del total del mercado internacional en los primeros 9 meses del año, para no creerse.


“Incertidumbre judicial”, no todo son buenas noticias, en el ámbito judicial, la realización de la primera elección de más de 850 jueces, magistrados federales y ministros de la corte en un proceso repleto de anomalías, con una fuerte intervención de poder político, de candidatos y candidatas que pelearon por ganarse un lugar en los acordeones bajo la premisa de que era ahí donde se podía conquistar una posición, con una ola de manifestaciones en contra y una participación de menos del 13% del padrón electoral, generaron una percepción de ilegitimidad en el proceso que ha afectado duramente la credibilidad de los nuevos juzgadores, principalmente en lo concerniente a su plena autonomía y su capacidad técnica para atender los asuntos que les toca resolver. La certidumbre jurídica no solo se trata de un asunto de banderas políticas, sino de uno de los eslabones más fuertes para la toma de decisiones económica, ya que implica tener claridad en los procesos a seguir y la forma en la que se resuelven las controversias. No solo generó malestar social a lo largo del año, por supuesto afecto el espacio de trabajo de miles de colaboradores sino generó desasosiego entre aquellos que tienen las posibilidades de invertir o no en el país.


En tercer lugar, tenemos la “incertidumbre económica”, esta que no solo de traduce en una baja inversión productiva de la iniciativa privada, sino también en una sensación de desanimo social que afecta las decisiones de consumo. A lo largo del 2025, hemos dado cuenta de los resultados presentados por el INEGI en el índice de confianza del consumidor, que para finales del mes de noviembre se encuentran por debajo de los 46 puntos de 100 máximos que se traduce en una sensación de pesimismo económico por parte de los consumidores, que esperan un 2026 desafiante en términos de costo de la vida y que en su mayoría considera que su situación económica no ha mejorado sustantivamente en el 2025, a pesar de los apoyos sociales. Lo anterior, ha provocado una perdida de ritmo del consumo, la variable más importante de nuestro PIB con una participación de más del 60% del total, que contrajo las ventas. Pero no se trata solo de inflación, que a pesar de todo, se mantiene como componente general, por debajo del 4% con el que arrancamos el año, se trató del encarecimiento de la canasta alimentaria, en más del 15% anual, se trató de las enormes dificultades para crear empleos dignos y con calidad, se trató de un incremento en el trabajo informal en más de un 54% del total de las personas ocupadas, que contrastan con el incremento en el salario mínimo que promete ser equivalente al valor de 3 canastas alimentarias y no alimentarias, se trató de por un lado celebrar la reducción de la pobreza en más de un 10% pero por otro lado, saber que esa cifra se sostiene gracias a la transferencia de recursos públicos que cada año no hacen más que presionar más las finanzas públicas.


Finalmente tenemos la “incertidumbre fiscal”, que a partir de una serie de ajustes y ampliación de facultades para el Servicio de Administración Tributaria y la reforma fiscal aprobada para el 2026, genera un temor fundado de la existencia de mecanismos de defensa de los contribuyentes eficiente y que se apegue a derecho, cuando existe una enorme presión del gobierno por obtener recursos de donde sea para nivelar y alcanzar las metas fiscales planteadas, la incertidumbre fiscal también se constituye como una política de corte restrictivo, una política que va en sentido contrario del discurso gubernamental que alienta e invita a las empresas a invertir en México, que le pide a los empresarios que amplíen sus capacidades productivas o que tiene reuniones permanentes con grupos, cámaras y lideres empresariales para empujar el “Plan México” que no logra atraer los recursos necesarios para consolidar los polos de desarrollo prometidos, principalmente si la inversión pública se contrae más del 20% a lo largo del año.


En suma, estas 4 formas de incertidumbre nos traen como resultado, un año lleno de enormes desafíos, una economía que en el mejor de los casos crecerá entre un 0.4 y 0.6% al cierre del año, una inversión extranjera directa que aunque se le sobre estime como la más grande de la historia no se traduce en más y mejores empleos, un mercado global que a pesar de favorecer a nuestro mercado, encarece por la vía monetaria las exportaciones y un consumo, que a pesar de los resultados del buen fin, le bajo la flama al motor generando consumidores cautelosos que esperan que a pesar de todo, el 2026 sea un mejor año.


Esta es la razón por la que creó que “incertidumbre” es la palabra de este año, esperemos que a lo largo del 2026, entre la revisión del TMEC, el mundial de futbol y la mejor coordinación en materia de seguridad regional en efecto, sea esa oportunidad de relanzamiento de nuestra alicaída economía y que el siguiente año, las condiciones para invertir, crecer, emprender, trabajar y consumir, sean mucho mejores que este abrumador 2025.