Este 15 de septiembre, entre balas, sangre, asesinatos, secuestros, robos y homicidios, se escuchará el grito de independencia. La violencia que invade el país está atacando por todos los frentes, en cada uno de los estados que conforman nuestra república mexicana. Ya no hay entidad, municipio o colonia donde no se haya registrado un conato de violencia.
El precio de la corrupción, la indiferencia y el nepotismo cada día nos afecta más, propagándose como un virus por todo México.
Cuando el cuerpo de una persona está enfermo, no basta con darle una aspirina o un remedio momentáneo, ni con ignorar o minimizar la situación. Hay que atacar y eliminar el foco de infección para sanar el cuerpo; de lo contrario, comenzará a contaminar el resto de los órganos y las funciones vitales. De manera similar, nuestro país atraviesa una crisis de inseguridad y violencia extrema. Dondequiera que miremos, los sucesos sangrientos se dispersan por todos lados.
Como mexicanos, nos estamos acostumbrando a los actos violentos, a que se conviertan en el pan de cada día. Encendemos la radio o la televisión y esas noticias de asesinatos y balaceras ya no nos sorprenden. Sin embargo, debemos tener cuidado, porque una sociedad que se acostumbra a la violencia y se vuelve insensible es una sociedad peligrosa.
Estamos próximos a celebrar las fiestas patrias, a aclamar un México libre, a festejar un México justo, a gritar "¡Viva México!" y "¡Vivan los héroes que nos dieron patria!". Pero, en medio de esta violencia, pienso que México hoy llora y viste de luto. Ha sido tomado, golpeado, violado y se ha convertido en un rehén de sus propios habitantes. Sus asesinos son aquellos a quienes dio vida y vio nacer. Se están matando entre hermanos, y, contrario a lo que dicta nuestro himno nacional – "Mas si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo, piensa, ¡Oh patria querida!, que el cielo un soldado en cada hijo te dio"–, son sus propios hijos, sus propios soldados, quienes han decidido atacarse y violentarse entre sí.
Al celebrar las fiestas patrias, debemos recordar que el verdadero espíritu de independencia no solo se basa en una lucha contra enemigos externos, sino en la capacidad de unirnos como pueblo para enfrentar los desafíos internos que amenazan nuestro bienestar y nuestra dignidad como nación. No es solo gritar "¡Viva México!" por la memoria de los héroes que nos dieron patria, sino también luchar para que las generaciones futuras puedan vivir en un país en paz, libre de la violencia que nos consume hoy.