Beatriz, llegó el momento…
Esta semana es crucial para la determinación de las personas que encabezarán las dos candidaturas más relevantes puesto de mayor importancia jerárquica en el sistema político mexicano. De esas candidaturas saldrá la próxima presidenta de este país. Dos son los polos y también dos las maneras en que se determinará quién encabezará cada una de las coaliciones de partidos. Por un lado, el oficialismo, por indicaciones expresas, legitima la decisión tomada por el presidente, mediante encuestas que levantarán 5 distintas empresas (2,500 cuestionarios cada una y 12,500 en total). Así avalarán la determinación que el presidente tomó después de la elección intermedia. Su candidata será Claudia. En otras palabras, en el oficialismo sólo hay un elector y habrá una imposición con todo un espectáculo y un gasto ilegal de millones de pesos de recursos públicos que, a final de cuentas, resultó innecesario. De los participantes en semejante montaje, para disfrazar la imposición, Marcelo y Ricardo ya lo habían vivido y cada uno dejó pasar una anterior y saben que no hay forma de discutirle al árbitro o sea al gran destapador de corcholatas.
En el lado opuesto está el Frente Amplio por México (FAM), legalmente constituido, que de la mano con la sociedad civil organizada innovó la forma en que elegiría a su representante. El proceso inició con el registro de 33 personas que entregaron documentación al Comité Organizador y la lista se ha depurado en dos meses. En el camino quedaron quienes no cumplieron los requisitos o no recabaron firmas con la dispersión geográfica necesaria; algunos se retiraron cuando se dio a conocer el proceso y lo descalificaron. Llegaron a la penúltima etapa (los foros de diálogo) cuatro destacadas personas, uno de ellos fue eliminado al quedar en cuarto lugar en la primera encuesta: Enrique de la Madrid dio una lección de madurez política al aceptar el resultado sin denostar el proceso y, posteriormente, a partir de resultados de encuestas publicadas, como decisión personal, Santiago Creel declinó su participación, también con una madurez política que debemos reconocer y aquilatar. Quedan pues, dos mujeres en la contienda Xóchitl y Beatriz, quienes participaron en los foros presentando ideas, respondiendo preguntas ciudadanas, de expertos y de periodistas, así como recorriendo el país en la búsqueda del apoyo necesario para lograr el objetivo: encabezar el FAM.
Si bien se han presentado inconformidades en el oficialismo, seguro no tendrán mayor trascendencia porque la 4T resuelve estos asuntos con amenazas a sus disidentes, como imputarles actos de corrupción y otros delitos o les ofrece premios de consolación a quienes se rebelan, es la forma de controlarlos, quizá les otorguen derecho de pataleo, pero no tendrá mayor repercusión. En el FAM las cosas no parecen igual y la posibilidad de ruptura ha estado presente permanentemente no sólo por la actitud de algunos aspirantes sino también por el comportamiento de los dirigentes de los partidos a quienes no les gustan expresiones de unos y otros, que toman como descalificaciones. Hoy el PRI ha ganado cierto protagonismo porque tiene la decisión en sus manos sobre la viabilidad de la última etapa del proceso. Por un lado, su líder nacional (Alito) vislumbra una declinación de Beatriz y la respuesta prudente de ella es escuchar y continuar en el proceso.
Desde luego, al comparar los dos procesos, el realizado por el FAM es mucho más democrático. Considerando el recuento de los acontecimientos y al consultar el texto publicado por Flavia Freidenberg y Tomás Dosek en el que presentan el “Índice de democracia interna (IDI)”, proponen que entre más ciudadanos participen en un proceso, más grado de aceptación democrática tienen los elegidos. Estos autores presentan tres argumentos fundamentales. El primero es la competitividad en el proceso de selección que en el caso del FAM, en su primera etapa, tuvo 33 aspirantes, en el oficialismo sólo son seis; nivel de conflictividad interna, quienes han participado en el FAM presentaron diversos recursos de protección de derechos y en el oficialismo se han presentado cero recursos; en el FAM existe un nivel de incertidumbre real, aún no se sabe el resultado y en el oficialismo desde el inicio se sabía el resultado de su “proceso”.
La descentralización del proceso de nominación es el segundo argumento que presentan, en este caso el número máximo de personas que “participarán” en la decisión del oficialismo serán la 12,500 que respondan encuestas. En el FAM podrán participar poco más de dos millones de personas debidamente registradas e identificadas, más las encuestadas dado que es un mecanismo mixto. Y tercero la inclusión de los actores en la nominación, en este caso los autores se refieren al número de ciudadanos que tienen la posibilidad de aspirar a participar en el proceso. Es claro que en el FAM fueron muchos los interesados, aunque sólo presentaron documentos 33 personas. Algunos declinaron con la publicación de la convocatoria, en una decisión personal, como Lilly Téllez. Mientras en el oficialismo el presidente decidió que serían seis y cuando Yeidckol expresó su intención de participar la neutralizaron y le negaron esa posibilidad.
Así, el panorama en la etapa final, no debe ser la descalificación de nadie como lo intenta Alito. La apuesta debe ser entrar en un proceso de negociación política efectiva como bien lo dijo Ricardo Aguilar Castillo, diputado del PRI, quien en un tuit nos recordó que en ese instituto político era común la búsqueda de consensos. Entonces, busquemos el consenso. Una negociación política efectiva es aquella de la que se derivan acuerdos satisfactorios que responden a los intereses y necesidades de cada uno de los actores, para el caso que nos ocupa, tanto de los partidos involucrados (PAN, PRI, PRD) como de la sociedad civil organizada que ha sido protagonista en la construcción de esta competencia.
Para esta negociación se necesita primero diálogo de calidad que exponga el grado de complejidad y las necesidades con un intercambio sólido y reflexivo de argumentos, según la teoría de Habermas. Segundo, como dicen Freidenberg y Dosek, se necesita inclusión. Se debe facilitar la expresión de distintas opiniones, necesidades y perspectivas, no como hace Alito tratando de bajar a Beatriz con declaraciones públicas. Y, tercero, se necesita poder, fundamental para asegurar que la mesa de negociación pueda visualizar intereses. Eso sí, el poder no debe imponer decisiones (por muchos compromisos que tengan los actores) debe buscar consensos.
Así nuestro panorama. El FAM tiene una gran posibilidad de recuperar la presidencia de la República, pero dependerá de la forma de innovar la elección y de defender su método de selección como lo ha hecho, incluso frente a sus participantes. De nada serviría si al final se la elección por una imposición a ultranza como lo hace el oficialismo. La negociación política efectiva puede convencer a Beatriz de que sea Xóchitl, la representante del Frente, como imagen positiva, fuera de los ámbitos partidistas, mujer luchadora y empresaria exitosa, la que hoy concentra el mayor número de simpatías ciudadanas. Ella tiene la palabra y nadie más.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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