- Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie.
Entre 1954 y 1957, Giuseppe Tomasi di Lampedusa escribió la ahora clásica novela El gatopardo, que narra la historia de don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, y su familia, entre 1860 y 1910, en Sicilia, años en los que se dio la unificación italiana.
La obra muestra un enorme realismo político que gira en torno a la idea que si “queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”, esto se define como gatopardismo, y es que gran parte de las llamadas transformaciones realmente terminan en lo mismo que se quería cambiar, pero con otros protagonistas.
En el fondo, todo sigue igual. En sus promesas de campaña, el presidente López Obrador ofreció un cambio de fondo. Dijo que iba a acabar con la corrupción y con esa “mafia en el poder” que tanto daño le hace a México. Que iba a lograr el verdadero desarrollo del país con un crecimiento de la economía del 6% anual, de la mano del “fomento del deporte y las actividades artísticas, la ciencia y la tecnología”. Que iban a crearse millones de empleos.
También prometió acabar con la militarización en México, pero la militarización del país se ha consolidado como nunca, esto conlleva un alto riesgo. Un elemento fundamental para el desarrollo de cualquier país, estado o ciudad radica en su seguridad pública y en la implementación de una justicia que garantice los derechos de sus ciudadanos.
Según datos del Inegi, la tasa de prevalencia de corrupción aumentó durante el primer año de su gobierno. El Estado de derecho está más debilitado que nunca y se trasgrede la ley bajo el argumento de tener “autoridad moral”, o lo que eso signifique. Es más, se tiene como uno de los principales aliados del proyecto gubernamental a Manuel Bartlett y Alejandro Gertz Manero, clara representación de todo lo que López Obrador ha criticado. Y no se puede olvidar la frase, “No me vengan con que la ley es la ley”.
Es así como cada movimiento revolucionario, que se autodenomina progresista y explota el enojo, frustración y molestia de un pueblo para fijar sus dominios. Lo vemos en cada mañanera, con el “no somos iguales”, “ellos robaron más”, “todas nuestras desgracias son de los conservadores” y nos siguen llevando al pasado, al origen de todo nuestro enojo, construyen cortinas de humo, detenciones con tintes políticos y violando los derechos humanos, sale Rosario Robles y entra Jesús Murillo Karam y ¿los verdaderos asesinos de los 43 alumnos, serán capturados algún día?
En muchos años no se había visto tal opacidad y discrecionalidad en el ejercicio de los recursos públicos. La Ley de Adquisiciones es totalmente ignorada y las adjudicaciones directas se han vuelto el procedimiento por excelencia. Se usan las instituciones públicas, no sólo del Poder Ejecutivo, a modo y contra los enemigos políticos y es así como se falsifica la historia en el mundo moderno, y se infiltra el movimiento popular, representado por la 4T, en lo más profundo de la mente del ciudadano, quien ha estado abandonado los últimos años por su clase gobernante, es así como el actual gobierno, de manera oportunista, capta y saca provecho de la frustración y enojo del pueblo, para mantenerlo secuestrado al servicio del movimiento político. Lo vemos con Alito y sus propiedades, ¿y quién lo juzga y exhibe?, Laida Sansores, ¿ya nos olvidamos quien es Laida Sansores?
Así es, todos caemos en la trampa. ¿En algo ha cambiado su realidad?
Bueno, esto es GATOPARDISMO.
Dr. Arturo Argente Villarreal
Escuela de Derecho
Tec de Monterrey
Campus Toluca.