Opiniones

Hay que limpiar la sangre

Hay que limpiar la sangre

La Opinión y Análisis de Vanessa Meléndez Valles
@vallesvanessa

Lo dicho la semana pasada el aumento, la desfachatez y la impunidad con que se cometen los delitos no solo nos habla ya de la falta de moral y de valores. Aquí el mensaje es claro: Violo la ley porque puedo y quiero. Al fin y al cabo no me va a pasar nada. No existe un miedo por cometer un asesinato, una violación, un robo, pues mucho menos una infracción de tránsito.

Los lamentables asesinatos de el ambientalista Jesús Bañuelos Acevedo en Hidalgo mientras se encontraba en un plantón. Además de los jesuitas Joaquín, de 80 años, y Javier, de 78, en el atrio de su iglesia en la comunidad de Cerocahui, en el municipio de Urique, en la sierra Tarahumara de Chihuahua, donde hacen misiones desde hace más de cien años, fue otro claro ejemplo de la violencia imparable que se está viviendo en nuestro México.

Dice el dicho, que no hay peor ciego, que el que no quiere ver. El tema de la violencia, el narcotráfico, la corrupción y la ilegalidad no está llevando al carajo.

Hay que limpiar la sangre derramada, pero no, con discursos, no con declaraciones, ni con una serie de justificaciones como con las que se esconde el presidente Andrés Manuel López Obrador, que, aunque es cierto (el problema no surgió ayer), hoy él tiene el poder, el control y los elementos para combatir el crimen del que se está adueñando el país y tendrá que hacerse al costo que sea, porque el no hacerlo está saliendo muy caro.

Hoy hay una serie personajes de la política de diferentes partidos que se están lamiendo los bigotes por ser el próximo Presidente, Gobernador o Alcalde. Pero, ¿Podrán con el paquete, o también se van a lavar las manos excusándose que el problema no es de ellos, sino de administraciones pasadas? Como ciudadanos responsables debemos ser más exigentes y conocer quién será el que va a ocupar la silla de los que van a gobernar, porque parece que a todos les ha quedado grande el puesto y las consecuencias de nuestra abstinencia, de las malas elecciones, ya las estamos pagando.

Hay que limpiar la sangre, pero hay que hacerlo, con estrategias de miedo, para aquellos que han convertido al país en un cementerio que día a día se llena cada vez más con cuerpos de niños, de mujeres, jóvenes, ancianos y hombres que han sido víctimas de la inoperancia de la aplicación de la ley.