La supuesta víctima, una chica de 15 años, en ese año, no presentaba lesiones, ni agresión física, ni las evidencias más mínimas de haber sido atacada sexualmente pero en la vida de Irving si comenzaban a aparecer los errores de haberse involucrado con una mujer casada, es decir, la hermana de quien lo acusaba.
Kenia Guerra es la madre de Irving Reyes Guerra, y desde hace 6 años ella le hace honor al apellido que lleva, al intentar mostrar la inocencia de su hijo. Su viacrucis inició el día de la detención, en donde ha tenido que lidiar y enfrentar una serie de injusticias y ha comprobado en persona que la justicia en México es una falacia.
Ellos no son famosos y por eso su caso no hizo ruido en los medios de comunicación, tampoco tiene dinero, un obstáculo más para liberar a su hijo, y mucho menos es influyente, un pecado si estas metido en un problema tan grande como este.
En su lucha Kenia, ha perdido dinero contratando abogados, ha perdido amigos y familiares, se ha caído, pero se ha levantado; la fuerza se la ha dado su propio hijo, que a pesar de estar en una celda, ha tenido el temple para estar, como dice: _sobreviviendo_.
Luego de 6 años la señora Kenia ha aprendido de leyes, de artículos, de los derechos que tiene un ciudadano y entonces entendió las muchas violaciones que se cometieron en contra de su hijo Irving desde el momento de la detención, la investigación y hasta la falta de pruebas que se tienen para acusarlo de esa supuesta agresión sexual, pues irónicamente a diferencia de otros casos, solo bastó con el señalamiento de una chica para ingresarlo al penal, pues nunca se comprobó la agresión sexual, la policía no mostró las pruebas físicas, ni verbales para que se vinculara a proceso. Sin embargo el joven fue detenido.
No es casualidad que México este en la posición 113 de 139 países en la impartición de justicia, de acuerdo al estudio que realiza cada dos años el World Justice Project quien hace el esfuerzo titánico de entrevistar a 100,000 personas en todo el mundo para calcular el índice mundial de Estado de Derecho.
La condena de este chico fue de 14 años, ya lleva 6, Kenia no puede apelar, la falta de recursos económicos y la orientación legal ha sido sus grandes obstáculos. No obstante ese mar de problemas e inconsistencias en el caso de Irving, Kenia conoció en el penal a José Humbertus Pérez Espinoza, activista e integrante de la organización sin fines de lucro, “Presunción de
Inocencia y Derechos Humanos”, con la que asesora a 775 reos que son acusados de presuntamente inventarles delitos. El activista y autor de la Ley de amnistía estudió el caso de Irving y tras haber platicado con su madre Kenia, se unió a su lucha sin pedirle un solo peso.
El próximo 16 de diciembre la nueva Ley de Amnistía del Estado de México, cumplirá un año de ser aprobada y aún hay numerosos procesos por resolver, como es en el caso de Irving y otras muchas más personas, entre ellas hombres, mujeres, jóvenes, indígenas que por circunstancias económicas, sociales o del entorno cultural delinquieron, pero que pueden salir del ambiente penitenciario, con un beneficio adicional que es la despresurización del sistema carcelario.
Irving es un talentoso chico que le gusta componer y cantar, pero su situación no será un impedimento para trabajar en su sueño, pues incluso dentro de la cárcel ha trabajado en su música y ha cantado para los presos.
Kenia afirma “Que triste y desolador es darse cuenta que en México de los que te tienes que cuidar es de los policías y de los que en teoría tendrían que impartir la justicia”.
Con un testigo acusador, con un juez que ya ha dictado sentencia de culpable y un sistema judicial fallido, la libertad de Irving parece casi imposible, pero su madre y el Maestro Humbertus parecen tener una luz de esperanza.
Kenia durante mucho tiempo tuvo que pelear una guerra contra el sistema sola, ya no tiene mucho dinero, incluso ha tenido que malbaratar muchas de sus pertenencias para poder seguir luchando, pagar copias, pagar favores, pagar transporte, dar “pal´chesco, aquí y allá, todo implica dinero.
Hoy madre e hijo no son los mismos de hace 6 años, pues lejos de derrotarlos los ha hecho más fuertes y más unidos. Kenia hace un año empezó a cursar la Licenciatura en criminología y criminalística una herramienta que le ha servido para estudiar el caso de su hijo; mientras que Irving de 33 años, ha aprendido que la vida tiene muchas aristas y que de toda experiencia se aprende, todo depende de la actitud, las ganas que se tenga para seguir, y que bien vale la pena pelear por la justicia y la libertad para tener una segunda oportunidad.
