El Partido Revolucionario Institucional (PRI) atraviesa por su peor momento electoral: hoy es una tercera fuerza política disminuida.
En números tiene 12 de 32 gobernadores, 14 de 128 senadores, 47 de 500 diputados federales, 584 de 2 mil 43 presidentes municipales y 183 de mil 112 diputados locales.
Ello sin contar los 419 municipios que se rigen por usos y costumbres.
Expulsó a cinco exgobernadores de sus filas, principalmente por cargar con acusaciones penales por corrupción: César Duarte, Javier Duarte, Roberto Borge, Humberto Moreira y Tomás Yarrington.
A lo largo de su historia, han cambiado de dirigencia 53 veces, sufriendo fracturas internas y justo en este aniversario, se preparan para elegir a un nuevo líder, quien tendrá el desafío de encabezar un proceso de renovación que lleve al tricolor a salir de la tormenta que vivió en las pasadas elecciones.
De acuerdo con un indicador, el PRI llegó a ser el referente de identidad política para casi la mitad del electorado a principios de los años noventa, ese indicador refleja la proporción de los electores leales con los que cuenta el partido, quienes forman su afición más comprometida y potencialmente fiel.
En los últimos 30 años, el partido ha tenido altibajos como reflejo de su suerte electoral, sumando seguidores después de los triunfos y sufriendo deserciones después de las derrotas.
El PRI agoniza, pero aún no está claro que vayan a morir, ni tampoco dejarán de existir las estrategias y métodos que le dieron larga vida como: el corporativismo, la política sectorizada, la simbiosis partido-gobierno; la industria del voto aceitada con programas sociales, becas, dádivas y apoyos de todo tipo.
Con información de: Aristegui Noticias, El Financiero, ADN Político, El Universal