Opinión y Análisis de Vanessa Valles
El Estado de México es uno de las entidades de la República Mexicana que por sus dimensiones geográficas bien podría ser un país independiente. La entidad es rica en cultura, en tradiciones, en su gran riqueza natural, también es sinónimo de modernidad, de desarrollo y prosperidad. Pero también vivimos en un Estado de México, que está descalzo, que tiene hambre, que es inseguro, al que le falta agua, el pobre, el corrupto y el que está manchado de sangre por el gran número de feminicidios que hay en la entidad.
Así es el Estado de México, es un caleidoscopio que ofrece tantas aristas que se ha convertido en una de las entidades con mayor desigualdad, pese a ser una región que colinda con grandes zonas industriales, y que tiene múltiples actividades económicas y el mayor número de habitantes del país.
Las deficiencias en el acceso a la alimentación, a servicios básicos, a la vivienda, a trabajos mejor remunerados, a servicios de salud, así como un rezago educativo, han propiciado un incremento anual de personas en esa situación.
De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), conforme a los últimos resultados presentados el año pasado, el Estado de México tenía un total de 8.2 millones de personas en condiciones de pobreza.
Es por ello que los candidatos a la gubernatura del Estado de México deben de apostar por el crecimiento y el desarrollo de vivienda, de calidad educativa, de seguridad social, de salud, de oportunidades de trabajo dignos, para cubrir las necesidades del rezago social, lo que invertiría las cifras que hoy enfrentamos los mexiquenses.
En la actualidad existen grupos que después de la pandemia se logró acentuar aún más esta desigualdad como las personas de la tercera edad, mujeres y niños que quedaron al desamparo debido a que sus hijos, padres o madres fallecieron durante la pandemia y eran ellos los proveedores principales del hogar, sin mencionar la inflación que a todos nos pega. Así muchas personas han quedado sin la protección del estado por que este se ha visto rebasado. Es por ello que se tiene que trabajar y encaminar programas sociales que estén acompañados por la inclusión de los mismos en actividades económicas, políticas, y culturales.
Es necesario, además, que el Estado de México abra más oportunidades al desarrollo de empresas, a fin de que este sea capaz de dar y ofrecer oportunidades de crecimiento para las personas que habitamos aquí, para ya no tener que migrar a la ciudad o que nuestras casas sólo sean hogares dormitorio, porque no hay trabajo dentro de la entidad.
Luego entonces, la próxima persona que vaya a gobernar la entidad mexiquense tendrá que recodar que el Estado de México tiene muchas caras y una gran cantidad de problemas que enfrentar para poderlos resolver.
El Estado de México es uno de las entidades de la República Mexicana que por sus dimensiones geográficas bien podría ser un país independiente. La entidad es rica en cultura, en tradiciones, en su gran riqueza natural, también es sinónimo de modernidad, de desarrollo y prosperidad. Pero también vivimos en un Estado de México, que está descalzo, que tiene hambre, que es inseguro, al que le falta agua, el pobre, el corrupto y el que está manchado de sangre por el gran número de feminicidios que hay en la entidad.
Así es el Estado de México, es un caleidoscopio que ofrece tantas aristas que se ha convertido en una de las entidades con mayor desigualdad, pese a ser una región que colinda con grandes zonas industriales, y que tiene múltiples actividades económicas y el mayor número de habitantes del país.
Las deficiencias en el acceso a la alimentación, a servicios básicos, a la vivienda, a trabajos mejor remunerados, a servicios de salud, así como un rezago educativo, han propiciado un incremento anual de personas en esa situación.
De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), conforme a los últimos resultados presentados el año pasado, el Estado de México tenía un total de 8.2 millones de personas en condiciones de pobreza.
Es por ello que los candidatos a la gubernatura del Estado de México deben de apostar por el crecimiento y el desarrollo de vivienda, de calidad educativa, de seguridad social, de salud, de oportunidades de trabajo dignos, para cubrir las necesidades del rezago social, lo que invertiría las cifras que hoy enfrentamos los mexiquenses.
En la actualidad existen grupos que después de la pandemia se logró acentuar aún más esta desigualdad como las personas de la tercera edad, mujeres y niños que quedaron al desamparo debido a que sus hijos, padres o madres fallecieron durante la pandemia y eran ellos los proveedores principales del hogar, sin mencionar la inflación que a todos nos pega. Así muchas personas han quedado sin la protección del estado por que este se ha visto rebasado. Es por ello que se tiene que trabajar y encaminar programas sociales que estén acompañados por la inclusión de los mismos en actividades económicas, políticas, y culturales.
Es necesario, además, que el Estado de México abra más oportunidades al desarrollo de empresas, a fin de que este sea capaz de dar y ofrecer oportunidades de crecimiento para las personas que habitamos aquí, para ya no tener que migrar a la ciudad o que nuestras casas sólo sean hogares dormitorio, porque no hay trabajo dentro de la entidad.
Luego entonces, la próxima persona que vaya a gobernar la entidad mexiquense tendrá que recodar que el Estado de México tiene muchas caras y una gran cantidad de problemas que enfrentar para poderlos resolver.
