Empezamos la segunda semana del gobierno de Donald Trump y ya damos cuenta de la notable volatilidad en los mercados financieros internacionales y la actualización de los semáforos de riesgo financiero principalmente para las economías interconectadas como las que integramos la región de América del Norte, sobre todo si las comparamos con el desempeño dinámico de la región asiática, nuestros competidores directos.
América del Norte, liderada por Estados Unidos, México y Canadá, representó aproximadamente el 28% del PIB mundial en 2024, gracias a su fuerte interconexión comercial bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). El comercio intrarregional alcanzó los 1.5 billones de dólares, destacando sectores como el automotriz, la tecnología y la agricultura. Sin embargo, la región enfrenta retos significativos a partir de la visión proteccionista del gobierno de Trump, que podría generar una contracción en la producción de diversos sectores económicos que aún no cuentan con el alivió de tasas de interés más bajas para apalancar sus inversiones.
México, con un crecimiento estimado del 2.2% en 2024, sigue consolidándose como un socio clave gracias a su mano de obra competitiva y su cercanía a Estados Unidos. Las exportaciones mexicanas alcanzaron un récord histórico de 617 mil millones de dólares, impulsadas por el sector automotriz y la manufactura electrónica. Sin embargo, la dependencia de las importaciones de tecnología y bienes de capital, especialmente de Asia, expone vulnerabilidades estructurales. Canadá, con un crecimiento moderado del 1.6%, mantiene su fortaleza en energías limpias y recursos naturales, aunque también enfrenta presiones de adaptación a una economía global más verde.
Por otro lado, Asia se consolidó como el motor económico global en 2024, contribuyendo con cerca del 37% del PIB mundial. Liderada por China, India, Japón y economías emergentes del Sudeste Asiático, la región se caracterizó por su dinamismo, innovación tecnológica y su creciente mercado interno. China, a pesar de una desaceleración relativa con un crecimiento del 4.5%, sigue liderando sectores clave como la manufactura avanzada, los semiconductores y la inteligencia artificial. India, con un crecimiento robusto del 6.2%, destacó en servicios digitales, manufactura ligera y como receptor de inversiones extranjeras directas.
El comercio intra-asiático superó los 4 billones de dólares en 2024, respaldado por acuerdos como la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), que ha facilitado cadenas de suministro más integradas y competitivas. Además, Asia lidera la transición energética, con China y Corea del Sur invirtiendo masivamente en energías renovables y vehículos eléctricos, contrastando con la dependencia norteamericana de combustibles fósiles en ciertos sectores.
En comparación, mientras América del Norte se beneficia de su integración comercial y su posición geopolítica, Asia destaca por su capacidad de innovación y diversificación económica. El reto para América del Norte radica en aumentar su competitividad mediante mayor inversión en tecnología, infraestructura y educación, así como en reforzar sus cadenas de suministro para disminuir la dependencia de Asia. Por otro lado, Asia deberá equilibrar su crecimiento con sostenibilidad ambiental y estabilidad política en una era de creciente incertidumbre global. Este contraste subraya cómo las estrategias regionales impactan el desarrollo económico y su papel en el escenario mundial.
Claro, todo lo anterior parte del principio de reforzar la región como un todo integrado y no solo una parte de la región como busca el actual gobierno de Trump. Las políticas anunciadas por la nueva administración estadounidense, especialmente la amenaza de imponer un arancel único del 25% a las importaciones globales, con el que sigue amenazando al resto de la economías ha generado una enorme especulación sobre cuál será el futuro del del comercio internacional y la estabilidad económica global, ante la llegada de un movimiento político económico proteccionista que busca blindar por medio de barreras normativas y fiscales el libre flujo de mercancías y personas, una discusión que sin duda, creíamos superada.
Son muchas las lecturas y las interpretaciones que tiene el propio mercado sobre lo que significará este segundo mandato, están aquellos que consideran que habrá un crecimiento económico y un fortalecimiento del dólar, ante lo que parece ser, una de las más agresivas campañas disuasivas para atraer inversión a Estados Unidos, apenas comparable con las estructura económica de la posguerra de mediados del siglo pasado, lo que por ejemplo, provocó un incremento del 2% de las bolsas de valores estadounidenses la primer semana de gobierno, pero también quienes creen que las declaraciones, las acciones ejecutivas y las políticas impulsadas por el trumpismo afectarán principalmente a sectores dependientes de mano de obra inmigrante como la agroindustria o importaciones de países como China, incluido el sector tecnológico y automotriz.
Empresas tecnológicas líderes, como Apple, Microsoft y Amazon, han registrado crecimientos notables, ante la aparente cercanía al poder político que han mostrado y empresas del sector energético de combustión tradicional podrían beneficiarse de las promesas de desregulación, mientras que las energías renovables y el consumo básico podrían enfrentar desafíos debido a las políticas arancelarias y la visión anti-climatica que ha planteado el actual gobierno.
En nuestro caso, son demasiadas las líneas discursivas y narrativas que nos vinculan con los Estados Unidos, con agendas que tocas asuntos migratorios, de seguridad, de narcotráfico y delincuencia organizada, medioambientales, de agua, comerciales, de interdependencia productiva, automotrices, de redistribución poblacional o culturales, por mencionar los más importantes y aunque recientemente el "Plan México", presentado por la Presidenta Claudia Sheinbaum, busca fortalecer la economía mexicana mediante la diversificación de exportaciones y la atracción de inversiones extranjeras, no será tan fácil ponerlo en marcha ante la estrategia de afectar la economía mexicana a través del intercambio comercial para tener una mejor posición de renegociación en el proceso de revisión del TMEC.
Tan solo en 2024, las exportaciones mexicanas alcanzaron un crecimiento del 4,1% respecto al año anterior, siendo Estados Unidos el principal destino, por lo que, un arancel de esta magnitud podría reducir la competitividad de los productos mexicanos en el mercado estadounidense, afectando negativamente sectores clave como el automotriz, que registró exportaciones por 194,000 millones de dólares en 2024.
Es cierto que México no es colonia ni es un protectorado de ningún país, pero para bien o para mal, la región nos determina, es parte del contexto que tenemos que descontar cuando se trata de hacer planes y proyecciones y comprender que somos parte de una región que en su conjunto puede hacerle frente a los desafíos globales y tener una mayor participación en la economía global. En buena medida, el éxito económico de nuestro país durante este sexenio depende de la dinámica en la relación con nuestros vecinos. Tenemos ventajas claro ésta, a diferencia de Trump, ya tenemos antecedentes de su estrategia, sus herramientas de negociación y se ha clarificado el proyecto de gobierno: Fortalecer la economía interna de Estados Unidos no por la vía de una mayor eficiencia y competitividad sino por la mano dura del gobierno, por lo que el gobierno actual deberá prepararse para los peores escenarios posibles y mantener la cabeza fría en cada decisión, pensar en lo local, pero actuar en lo regional.