Opiniones

Democracia y Programas Sociales

Democracia y Programas Sociales

Opinión de Brenda Stephanie Selene Aguilar Zamora / Articulista Invitada

Los procesos de la democracia provienen en gran parte de las luchas y condiciones sociales, políticas y económicas; pero también en las acciones que se ejercen desde el gobierno que está en el poder.


Si hablamos de definición, la palabra democracia proviene de las palabras griegas “demos”, es decir, las personas, y “kratos” que significa poder; por lo que la democracia pueda ser definida como “el poder del pueblo”. La democracia, entonces, no es la autocracia o la dictadura, donde una persona gobierna; y no es oligarquía, donde lo hace un pequeño segmento de la sociedad. Bien entendida, la democracia incluso no debe ser la “regla de la mayoría”, si eso significa que los intereses de las minorías son ignorados por completo. La democracia, al menos en teoría, es el gobierno en nombre de todo el pueblo, de acuerdo con su “voluntad”.


Podemos decir que los países son democráticos cuando se tienen elecciones libres y abiertas, pero la democracia es mucho más que sólo las elecciones, y la verdad es que si intentáramos evaluar como un país es democrático tendría más sentido pensar en la idea de la voluntad del pueblo, pero también podríamos pensar en estructuras de votación.


La manera más obvia de participar en el Gobierno es votar, sin embargo, la democracia es mucho más que simplemente votar, y podríamos pensar en varias maneras de participar en la política y el gobierno; ahora pensemos que en el mejor de los casos votamos solo una vez cada 3 o 6 años, y algunos no votan en absoluto, entonces el Gobierno realmente no se puede decir que sea elegido “por el pueblo”. Es difícil decir que un sistema de este tipo es una democracia.


Una parte importante de la democracia es la participación, y en algunas elecciones se ha observado disminución de los niveles de participación de los ciudadanos en las elecciones, que parecen indicar una falta de interés y de participación de los ciudadanos. Una baja afluencia de votantes pone en tela de juicio la legitimidad de los llamados gobiernos democráticamente elegidos, que son en algunos casos elegidos por una minoría del electorado total.


Aunque sin duda es un problema que cada vez sean más las personas que no votan en las elecciones, también podríamos decir que la participación se incita a través de otras formas, por ejemplo, a través de grupos de presión, iniciativas cívicas y ser beneficiario de programas sociales.


Hablando de las últimas votaciones en México podríamos hacer un análisis electoral, si ponemos en contexto la participación en la elección del 2018 donde el ganador fue Andrés Manuel López Obrador con una participación del 56%, del cual obtuvo el 53% de las preferencias, para ese momento fue una elección histórica ya que ganó con contundencia como pocas veces se había hecho en México.


Sin embargo, para la más reciente elección en la que ganó la Presidenta Claudia Sheinbaum aumentó la participación al 61%, de la cual el 59% fue para la hoy Presidenta. Haciendo esta una elección histórica.


Por lo que es importante resaltar que durante el sexenio de López Obrador se destinó casi el 8% del total del presupuesto federal a 21 programas sociales generando un padrón de poco más de 28 millones de beneficiarios, quienes de manera periódica recibían un apoyo económico de manera líquida, esto claramente influye en el resultado de las elecciones y en la intención del voto, sesgando por completo el concepto de elecciones democráticas.


CONCLUSIÓN


Aun en los países donde la democracia es la forma donde el pueblo elige a sus gobernantes, pareciera ser que esta puede manipularse no solo con grupo de presión, también por el seguir siendo beneficiario de un programa social.


Ya que según la cifras no solo aumenta la participación en la elección, si no que mantienen una relación directa con los resultados obtenidos entre el padrón de beneficiarios por municipio y por estado con el número de votantes obtenidos por el partido oficial.