El miedo es la angustia por un riesgo o daño real o imaginario; el recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea. ¿Cómo negar que esa sensación impera entre muchas mexicanas y mexicanos ante las embestidas criminales cada vez más constantes y brutales?
Ojalá que este miedo se pudiera transferir con eficacia y contundencia por las acciones del Estado a todos aquellos que se han encargado de derramar sangre y tratar dominar territorios para actividades criminales.
Ojalá que la estrategia de seguridad recientemente presentada por Omar García Harfuch, secretario de seguridad federal, alcance para cambiar la perspectiva y la realidad, más alla del debate político por la continuidad perceptible en el esquema de la estrategia expuesta.
Nos prometen algo ya escuchado y que tampoco es sorpresa: Atención a las causas; consolidación de la Guardia Nacional; fortalecimiento de la inteligencia e investigación; y coordinación con las entidades federativas, son los cuatro ejes de la estrategia.
Agregan que se creará el Sistema Nacional de Inteligencia; la subsecretaría de Inteligencia e Investigación Policial y la subsecretaría de Prevención en la SSPC
y sobre todo ‘’No va a regresar la guerra contra el narco de Calderón’’.
Llamenle como le llamen, es deber atender la realidad, dejar atrás o dedicar menos atención al debate político para enfocarse en generar resultados y no, no desemos ni esperamos una guerra descarnada, sino actos de autoridad, apegados a la Ley, pero con la fuerza, inteligencia, persistencia y determinación para dejar claro que en ninguna parte de México manda el crimen. Evadir esta necesidad, siempre los dejará en deuda que se asemeja a la traición y acabará en decepción.
Los esperamos.