Cuando por efecto de la ríspida discusión de la Reforma al Poder Judicial Federal que aprobó el Legislativo a instancias del Presidente, se generó la coincidencia expresa y casi unánime en la necesidad de hacer evolucionar a ese poder; la soberbia y la obediencia servil de quienes ostentan la mayoría, les llevó a no pensar más allá de cumplir con darle un regalo de despedida al Presidente y entregarle el resultado que esperaba para sumar a su legado de gobierno.
Asi dejaron ir la oportunidad de responderle al país, evitar riesgos y pérdidas de tiempo en un ensayo peligroso -asi advertido desde diferentes latitudes- coqueteando con la tentación de aprovechar la posibilidad de someter junto con el ejecutivo al poder judicial, aún a costa de auyentar inversiones y afectar la economía nacional por el debilitamiento de la seguridad jurídica que se percibe como riesgo implícito de la modificación constitucional.
Perdieron el tiempo y aunque se jacten de ello, no atendieron el reclamo de mejorar realmente la impartición de justicia, sino que se solazaron en la victoría y el avasallamiento de sus adversarios políticos, ignorando la historia y las posibilidades de hacer algo mejor por las y los mexicanos, no actuaron con magnificencia ni con visión, no retomanron los aportes del propio poder judicial y de los partidos de oposición para mejorar su reforma. Veremos cuánto nos cuesta esta lamentable actitud.