La enfermedad del Presidente es una triste consecuencia y sello de este gobierno en ese afán de buscar el impacto político de cada dicho, de llevar la contraria a lo "me canso ganso", con tal de demoler lo que concibe como vestigios de viejos gobiernos u obras de sus adversarios y marcar un cambio hacia algún lado, pero que al tiempo se confirma en mucho como gastos, retrasos y riesgos innecesarios. Ojalá que el Presidente se recupere pronto y satisfactoriamente. Ojalá en su tiempo de reposo, reflexionara sobre la real trascendencia de las decisiones y los riesgos que toma para no llegar a ningún lado y que no puede confiar sólo en su buena suerte para salir adelante, ni como individuo ni como mandatario cuando intencionalmente complica su circunstancia.