Ojalá
Hubo un tiempo, cuando el uso de las redes socio-digitales empezaba a extenderse, en que se experimentaba temor de personajes prominentes a ser exhibidos diciendo o haciendo cosas desde inadecuadas hasta infames, con imágenes que al difundirse en videograbaciones que poco a poco se hacían más populares, provocaban la condena y el repudio en el “tribunal de la opinión pública” que poco se fortalecía y no daba segundas oportunidades, nadie deseaba ser motivo de polémica o tendencia, nadie quería ser un Lord o una Lady algo, pero muchas personas si se sumaban gustosas a movimientos que parecían reivindicatorios.
Algunos estrategas de la política entendieron la forma de operar de las redes y las aprovecharon como mecanismo de crítica y ofensiva hacia el adversario, señalaban y debatían, para después dar el paso a la producción en imposición de narrativas favorables a la causa en la que militaran, avanzaron hasta intentar manipular los temas de conversación con diferentes herramientas tecnológicas y hasta los llamados “Bots”. Todavía se apoyaba el mecanismo en el temor a perder el prestigio al ser evidenciado con contexto y sin él.
Continuando con esta evolución, se ha llegado al grado en que algunos ciudadanos ya no temen ser exhibidos cometiendo actos indebidos, incluso delitos, ya no les inhibe una cámara encendida, mientras algunos personajes de la vida pública además parecen haber perdido hasta la vergüenza negando lo que parecen verdades descomunales, retorciendo explicaciones y apostando por la fe ciega de “sus seguidores”, para dar por ciertas afirmaciones inverosímiles. Es su derecho y su libertad con la que desafían la inteligencia.
Se ha confiado que el entorno digital del que forman parte las (alguna vez) benditas redes sociales, como extensión del espacio público, es área natural de desarrollo para el periodismo en un país democrático como el nuestro, y muchas más personas están fascinadas por esta posibilidad de participación política, se concibe como un espacio virtual en el que la libertad de expresión se podría ejercer al máximo; pero no contábamos con que algunos creativos gobernadores como la de Campeche o el de Puebla, pretextando cuidar el interés ciudadano, optan por intentar silenciar a sus críticos basándose en el poder, influencia, o en la emisión de leyes ambiguas que por principio sirven para intimidar. ¿qué decir además de un legislador o una legisladora que se asumen víctimas y buscan sancionar a ciudadanos que no aceptan sus afirmaciones y comparten sus conjeturas y críticas a través de las redes, como pensaban era su derecho?
Tanto la presidenta de este país y, para mi sorpresa, hasta la Comisión Nacional de Derechos Humanos han advertido excesos en contra de la Libertad de Expresión en estas acciones contra los críticos y subsiste el temor que ese ejemplo se extendiera. Hay un refrán que dice “los carniceros de hoy son las reses del mañana” Ojalá se entienda y nadie se ofenda. Ojalá aun sus mas fieles admiradores, se den un tiempo de analizar las implicaciones de actos como estos que a nadie convienen.