En este siglo ha surgido una nueva corriente en la relación hombre-perro, caracterizada por pautas equivalentes al cuidado de un niño ("perrhijos").Â
Este esquema, favorecido por el consumismo e individualismo, es resultado del aislamiento personal, la inseguridad y la cibercomunicación, y puede llevar a trastornos psicológicos tanto en los individuos como en los perros.
Cuando alguien trata a un can como si fuera un humano, rompe con la interacción hombre-perro que se formó desde hace 20 mil años.Â
Introducir a un animal a un esquema que no es parte de su esencia afecta su perspectiva y es incapaz de procrear, porque no reconoce a los miembros de su especie como sus pares, dijo.