Energías renovables, ¿cambio de opinión o solo de narrativa?

Cynthia Valeriano

Energías renovables, ¿cambio de opinión o solo de narrativa?

Tremenda sorpresa generó el cambio de narrativa del Presidente López Obrador, durante la ceremonia de arranque de los trabajos para la construcción de la nueva planta, de la armadora BMW en San Luis Potosí para la producción de baterías y autos eléctricos.

La obra implicará una inversión de 800 millones de euros en los próximos 5 años, lo que sin duda contribuirá a mejorar la expectativa del PIB de nuestro país, principalmente rumbo al cierre del sexenio, sin duda uno de varios ejemplos del fenómeno de re-localización (nearshoring), que surgen con, sin o a pesar del impulso gubernamental, en un contexto en donde está pesando en la toma de decisiones de los empresarios, el discurso a favor de la instalación de inversiones en México por parte del gobierno norteamericano.

Y es que en el citado evento se escuchó por primera vez al presidente hablar de la importancia de las energía renovables, luego de reconocer que son el futuro de la industria automotriz y de mencionar que existen acuerdos para la defensa y protección del medio ambiente, para enfrentar los problemas del cambio climático, e incluso hizo referencia a las exigencias del mercado que rechaza ya el uso de energías fósiles.

Por supuesto la narrativa contrasta, con las decisiones de política tomadas desde el primer círculo del poder ejecutivo, a través de la imposición de una visión de control energético por parte de las empresas del Estado como CFE y Pemex, complejizando la competencia, cambiando las reglas del juego y con ello contribuyendo al clima de incertidumbre empresarial que ha generado, incluso, fuertes presiones y recelo por parte de nuestros socios comerciales.

En nuestro país, sólo en el 2020, más del 80% del suministro energético total se obtuvo a partir de combustibles fósiles, dominados por el petróleo con más del 45%, seguido del gas natural con un 38% y el carbón con casi el 7%, el resto se divide entre energía hidroeléctrica, energía eólica, solar y en un menor grado de biomasa, nuclear y geotérmica, de acuerdo con información del Global Energy Monitor.

Al hablar de infraestructura instalada, es decir, de las inversiones realizadas en los últimos años para la generación de energía, el 64.50% se utiliza para la producción de está a partir de combustibles fósiles, esto claro, ha tenido efectos ambientales muy importantes, por ejemplo sólo en el 2020 las emisiones de CO2 pér cápita de México, por el consumo de combustible fue de 3 toneladas anuales y aunque ello ubicó a México en el lugar 52 a nivel internacional de países más contaminantes, fue el tercer país más contaminante de América Latina.

Los datos anteriores, nos permiten establecer suficientes dudas sobre las verdaderas causas del cambio de narrativa, es decir, si realmente se trata de una clara preocupación por las afectaciones al medio ambiente y una visión progresista que nos permita mirar hacia el futuro siendo parte de él y no solo contemplarlo mientras nos quedamos rezagados o bien, si se trata de una declaración que surge en el ánimo del momento, al calor de los aplausos y los resultados, aunque en el fondo sepa, que poco ha hecho su propia administración, para impulsar estas inversiones y que como las remesas, siguen su propio e independiente cauce.

Cynthia Valeriano
Profesora de Economía del Tec de Monterrey, Campus Toluca
cvaleriano@tec.mx

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