El buen fin, quizás no tan bueno

Cynthia Valeriano

El buen fin, quizás no tan bueno

Escribo estas líneas faltando aún algunas horas para que concluya el buen fin, está estrategia que cumple 11 años en el 2022 y que surgió durante el gobierno de Felipe Calderón como una política de fomento económico para avivar el mercado y, como sucede en Estados Unidos con el Black Friday, que los consumidores puedan acceder a toda clase de bienes que mejoren su calidad de vida a precios bajos y mejores condiciones, previo a las fiestas navideñas.

En términos de derrama económica, el buen fin ha ido evolucionando de forma importante pasando de apenas 106 mil millones de pesos en su primera edición, con la participación de apenas 40 mil empresas, de acuerdo a los datos presentados por la Secretaría de Economía, a 238,900 millones de pesos con 100 mil empresas participantes en el 2020, por supuesto, cabe señalar que de forma ordinaria el buen fin se desarrolla a lo largo de 4 días, aprovechando el puente del 20 de noviembre, sin embargo en el 2020, la edición se desarrollo a lo largo de 12 días y con un fuerte impulso del comercio electrónico a causa de la pandemia del COVID-19 que nos tenía a todos confinados.

A lo largo de estos 11 años hemos sido testigos (y también parte) de las enormes transformaciones de los consumidores que han perfeccionado sus estrategias de búsqueda, comparación y determinación del mejor momento para comprar, consumidores que son mucho más críticos y exigentes y ya no sé conforman solo con algunas condiciones de pago flexibles a la hora de comprar, consumidores que en efecto quiere ver precios más bajos de mercado.

Estos consumidores (que para el 2021 fueron 11.6 millones de personas), por ejemplo, han modificado sus medios de pago a lo largo de los años, mientras hasta el 2019, el pago de los artículos en el buen fin era predominantemente en efectivo, a partir del 2020 tenemos un cambio dramático con un uso principalmente de las tarjetas de crédito y debito que incluso en la edición del 2021 constituyó el 73% de los métodos de pago utilizados frente a un 27% del uso de efectivo.

Cabe señalar, quér de acuerdo con distintos estudios de mercado, previos a la realización del buen fin, se cree que el uso de la tarjeta de crédito se consolidará como el medio de pago predilecto al alcanzar un notable 81% frente a un 12% del uso de efectivo, lo que provocó que en esta ocasión las instituciones bancarias que concentran más del 40% de los tarjetahabientes en nuestro país, se sumarán a la oferta de beneficios para alentar el uso del crédito en las compras de este año. Entre los beneficios podemos encontrar plazos más amplios de pago, periodos de gracia más amplios, devoluciones a partir de montos elevados en una sola exhibición o incluso combinaciones de descuentos y plazos en coordinación con tiendas departamentales.

Pero la edición 2022 tiene una sensación distinta, de acuerdo con las encuestas preliminares, los consumidores se habían tomado un tiempo considerable antes de salir y abarrotar las tiendas, es probable que menos empresas se hayan registrado para esta edición, por lo que seguirá siendo una política que favorece a las empresas más grandes en nuestro país y que decir de las expectativas, mientras la ventas apenas alcanzaron los 191,900 millones en el 2021, para el 2022 la meta establecida por las cámaras empresariales y una recientemente renovada Secretaria de Economía, apenas se colocó en un tímido 1.6%, es decir, apenas de 195 mil millones de pesos.

Quizá por ello es qué observamos muy poca inversión por parte de las empresas participantes en medios publicitarios que nos da la impresión adelantada de un cierto pesimismo con el que se enfrentan las unidades económicas que se volvieron escépticas del modelo en este complejo 2022. A reserva de observar los reportes y resultados que presentarán en su momento la Secretaria de Economía y las cámaras empresariales participantes, podemos sumarle el efecto de la inflación y la forma en la que las familias han decidió reducir sus compras ante una disminución de poder adquisitivo, así como las tasas de interés elevadas que en el mejor de los casos serán disuasivas para los propios consumidores y en escenarios menos optimistas se convertirán en un dolor de cabeza en los primeros dos trimestres del 2023.

A manera de conclusión, es menester señalar que a 11 años de su lanzamiento, “El Buen fin” sigue siendo una estrategia eminentemente urbana con un lento proceso de crecimiento, no se ha logrado convencer (ni capacitar) a las empresas participantes, sobre todo a las más pequeñas, de implementar estrategias financieras a lo largo de los meses previos para ofrecer descuentos reales a los consumidores, sin duda el gran diferenciador del Black Friday americano, que incorpore cada vez más localidades de distintos niveles de marginación para que se cristalice de forma efectiva su objetivo principal: que las familias mexicanas puedan adquirir a un mejor precio aquellos bienes que les permitan mejorar su calidad de vida.

Por lo pronto, se ve difícil alcanzar las cifras del 2020, que, con sus 12 días de descuento, le permitió a los consumidores animarse a comprar en un momento en el que no existían razones muy sólidas para hacerlo, esperaremos los resultados y saldos de una políticas económicas, que bien implementada arroja buenos resultados, pero que requiere de una coordinación entre el sector empresarial y el gobierno para que contribuya al fortalecimiento de un mercado interno que hoy más que nunca, necesita y demanda este esfuerzo.