Todo indica que ya se decidió… Vamos al naranja

Ricardo Joya

Todo indica que ya se decidió… Vamos al naranja

Las condiciones económicas del país no permiten mantener la inactividad. La cultura mexicana se caracteriza por no temerle a la muerte. La confianza en las autoridades –desde hace muchos años- es escasa. La comunicación gubernamental ha sido errática, contradictoria y confusa, para persuadir a la gente para que acate las medidas preventivas ante el Covid-19.

Todos esos factores han provocado que las acciones para tratar de “contener” la propagación del virus que, desde noviembre del año pasado, tiene asolado al mundo, no hayan sido del todo efectivas y parece que la batalla se está perdiendo.

Se comprende perfectamente, porque esa es nuestra realidad: muchas personas no pueden detener su actividad productiva por más tiempo y la presión sigue en aumento; pero en realidad nunca hubo –en la mayoría de los sitios- medidas estrictas que redujeran sustancialmente la propagación.

Los datos acreditan que el “Modelo Centinela” -a partir del cual el famosísimo subsecretario de salud federal, Hugo López-Gatell, auguró 26 mil casos por Covid-19- no dio resultado. Simplemente, hasta el pasado 16 de junio, sumaban 29 mil 603 casos ¡tan sólo de personal de salud! y en todo el país la cifra de casos confirmados superaba los 150 mil.

Entre noticias falsas (Fakenews), que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó en 40 por ciento del total de información que ha circulado en redes sociales; sumadas a las contradicciones del gobierno, cuando en un mismo un día el presidente, Andrés Manuel López Obrador, convocaba a perder el miedo y a salir a las calles, mientras el subsecretario López-Gatell pedía mantenerse en casa, el hecho es que los contagios siguen aumentando.

Cada vez es más frecuente conocer –lamentable y tristemente- de personas cercanas que han muerto por el Covid-19 o que se han contagiado, y sin embargo, mucha gente ya regresó a la calle. Incluso, algunos sitios turísticos empezaron a recibir visitantes y “pa´luego es tarde”, ya tienen turistas. Qué bueno por el personal que trabaja en esos lugares. Deseo que nadie más se contagie, pero –desde la perspectiva médica- aún no hay condiciones para volver a las actividades “normales”.

Y aunque se diga que se preservan las medidas, que usan gel antibacterial, que se lavan las manos, que mantienen la distancia, el hecho es que el virus se ha extendido, de lo contrario no habría tantos casos como se ha dado a conocer.

Lo grave es que el personal de salud –desde auxiliares de limpieza hasta especialistas- es el sector que más enfermos registra y de los cuales (29 mil 603 casos), 41 por ciento corresponde a enfermería; 30 por ciento, médicos; 26 por ciento, otros profesionistas de la salud; 2 por ciento, laboratoristas y el 1 por ciento se refiere a dentistas.

Lo más grave es que ese personal ha quedado fuera de la “línea de batalla” para atender al resto de los enfermos; además de que los espacios en los hospitales se saturan y si usted o yo –que no deseo que ocurra- enfermáramos en este momento, difícilmente encontraremos un sitio donde seamos atendidos, y si a ello agregamos que se tiene algún padecimiento como diabetes, enfisema pulmonar obstructivo crónico (EPOC), hipertensión, obesidad, enfermedades cardiacas, VIH o cáncer, el riesgo de muerte aumentará considerablemente.

Los llamados del gobernador del Estado de México, Alfredo Del Mazo Maza, para que las y los mexiquenses nos mantengamos en casa han sido reiterados, así como el aviso de que la entidad se mantiene en foco rojo. Sin embargo, en la Ciudad de México anunciaron la transición a “semáforo naranja”, lo que –sin duda- significará presión para el territorio y las autoridades mexiquenses, y es altamente probable que la próxima semana, el gobierno estatal anuncie la “coordinación” con la capital del país e iniciemos esa fase de “transición” a naranja.

Solo nos resta asumir la responsabilidad de nuestra propia condición de salud, porque la autoridad fue incapaz de contener los contagios… sencillamente porque así lo decidió mucha gente que no quiso, o no pudo, comprender que estamos en una situación –literal- de vida o muerte.