Vida cotidiana no volverá a ser igual

Javier Martinez

Vida cotidiana no volverá a ser igual

**Del Mazo cumple con el cubre bocas, falla en seguridad**

**Obrador se come sus palabras y militariza el país**

La reinserción a la vida cotidiana no volverá a ser igual mientras no haya una cura para la enfermedad del COVID-19, La Mayoría Silenciosa correrá peligro en todas las actividades que desarrolle. En contraparte, los gobiernos de todo el mundo en donde México no es la excepción, tienen problemas económicos que los obligan a reactivar sus economías a pesar de la pandemia.

El coronavirus no ha sido vencido, el gobierno mexicano logró ralentizarlo -es decir, simplemente está haciendo más lentos los contagios- pero de acuerdo con la experiencia de otros países habrá segunda y hasta tercera ola de contagios y en otro escenario, se volverá estacional.

Desafortunadamente somos un país de tercer mundo y no contamos con los insumos necesarios, los medicamentos y la infraestructura económica para echar a andar nuestra economía.

En primer lugar y la más preocupante es la actividad escolar, este ciclo está perdido para muchos alumnos, algunos más han tomado clases en línea, los cuales hay que evaluar para ver su aprendizaje mediante este método. El próximo ciclo escolar deberá contar con caretas, cubre bocas, gel antibacterial, jabón, medidor de temperatura en cada escuela sin importar si es pública o privada; todo un reto, cuando existen escuelas en donde no hay agua, internet ni bancos para sentarse. Pero lo más importante un protocolo de actuación ante posibles contagios, que incluyan a profesores, padres de familia y comunidad en donde haya casos.

Las actividades productivas son las más urgentes, pero iniciando con el transporte, quién está preparado para mover ese monstruo de población económicamente activa con las debidas reglas de sanidad actuales, qué empresa cuenta con los espacios adecuados para producir con sana distancia.

El desempleo en dos meses de cuarentena ya ronda los 700 mil en pérdidas, los salarios van a la baja. El consumo también va a la baja, porque todos quieren ahorrar ante el panorama de incertidumbre económico.

El sector restaurante ro debe innovar para reabrir sus espacios económicos, con sana distancia y protocolos de atención que incluyan guantes y caretas a los meseros, mermar su capacidad de atención entre el 70 y 50 por ciento, el problema es saber si les es redituable.

Los deportes estarán muy lejos de regresar a ser un acto en vivo, todos ellos requieren de aglomeraciones, su regreso se avizora televisivo y sin público durante mucho tiempo. Los espectáculos, como conciertos y cine, tendrán que buscar innovación en espacios por internet o en plataformas digitales, porque al igual que los deportes se desarrollan en espacios reducidos y con aglomeraciones.

La Mayoría Silenciosa entrará en un proceso de adaptación a la nueva realidad que incluye nuevas formas de producir para ganar dinero, cuidar su salud e interactuar socialmente, proceso que se antoja difícil por el actuar que muchos han tenido y tienen ante la pandemia. Estamos lejos de evolucionar, mejor esperamos a que todos desarrollemos anticuerpos.

En el EdoMéx

El gobernador del Estado de México, Alfredo Del Mazo, presumió en redes sociales su pírrico triunfo de cumplir con una norma sanitaria, apoyado por sus granjas de bots, todas las plataformas y muchos medios, destacaron que fue el único gobernador en usar cubre bocas en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador; mientras La Mayoría Silenciosa sigue esperando seguridad y obras.

Desafortunadamente las encuestas y las estadísticas lo siguen ubicando como un mal gobernador, a pesar del presupuesto que gasta en comunicación social, los feminicidios, la violencia, la extorsión, el secuestro y los robos, son el pan de cada día en territorio mexiquense.

En México

La Mayoría Silenciosa no se imagina al presidente Andrés Manuel López Obrador tragándose sus palabras para tomar la determinación de sacar al Ejército mexicano a las calles para disminuir la inseguridad. Además de criticar la militarización del país, su promesa de terminar con la violencia cada vez va más en retroceso.

De nada sirvió su política de "abrazos no balazos", la realidad lo ubicó en su lugar, ahora sólo le queda tomar decisiones como hombre de estado y atacar el flagelo, o se verá rebasado por las estadísticas y corre el riesgo de dejar un estado más violento que sus antecesores.