Toluca

Oscar Glenn

Toluca

Para alguien que quiere su ciudad y que está consciente que tiene una responsabilidad en el buen vivir de la misma, para sí y sus semejantes, los ejercicios de rendición de cuentas de sus autoridades, llamados informes, tendrían que representar un catálogo por lo menos interesante, de aspectos sobre los cuales actuar, exigir y aprender, para transformar desde el nivel más próximo en el que todos estamos inevitablemente.

Vivo en la capital del Estado de México y me gusta, no he considerado aún cambiar mi lugar de residencia, con todo lo complicado que últimamente se ha vuelto, no sólo Toluca, sino todo el Valle en el cual ineludiblemente debemos pensar ya.

No pierdo la esperanza que la mayoría logremos entender que el orden es la base sobre la cual se pueden establecer otros acuerdos que nos permitan convivir y desarrollar satisfactoriamente muchos proyectos de vida, y que eso no dependerá mayoritariamente de la asertividad de los gobiernos en turno, sino de la ciudadanía de alto nivel que así participe y exija a sus gobernantes resultados conforme a una visión.

Con esto en mente, escuchaba el viernes pasado el Primer Informe de resultados de Juan Rodolfo Sánchez Gómez y más allá de las naturales críticas que nunca deben faltar y el análisis de los datos, creo que todos los que residimos en esta zona tenemos claro cuáles son nuestros problemas comunes más lacerantes, aunque no sé qué tan claro tengamos aún, el papel que nos corresponde para resolverlos, sin pensar nunca que sea sencillo.

Retomo del mensaje del Alcalde Toluqueño, como un rompecabezas de un llamado que bien podríamos expropiar para convertirlo en una consigna de ciudadanos más allá de militancias:

"…estimular en todos la reflexión, la crítica profunda y constructiva, la generosidad, la compasión con el dolor de todos…un llamado a la acción… el camino para recuperar calidad de vida, paz, libertad y felicidad es arduo… hay pasión y capacidad para generar resultados valiosos para todos... hemos descuidado la defensa de nuestra ciudad, a fin de dedicarnos a nuestros oficios, profesiones y negocios… nos acostumbramos a un mal gobierno arrogante, incapaz de conmoverse frente a los padecimientos de la ciudadanía… los malos gobernantes no merecen segundas oportunidades… a veces parece que la vida de esta ciudad está en manos de clanes y no de instituciones… ¿están dispuestos a renunciar a sus expectativas y a la oportunidad que merecemos todos para lograr la felicidad que merecemos?... hoy lo inaudito se ha vuelto cotidiano porque nos hemos acostumbrado a una política timorata de pasividad ante el poder del crimen y las fuerzas del desorden… nuestro malestar inicia en los hogares, pero se disemina a todo el ámbito público y se manifiesta sobre todo en nuestro desprecio a la legalidad… Por el bien de nuestros hijos y de nosotros mismos tenemos que superar esta precariedad. Nadie puede ser feliz en el caos. Nuestro destino no pueden ser la tristeza, la impotencia, la desesperación o el miedo..."

Ojalá entendamos algo de esto y empecemos a hacer lo que a cada quién corresponde. Para eso sirve la palabra.