José antonio meade

José antonio meade

Por Ramón Cabrera

Mi colaboración de esta semana tuvo que cambiar abruptamente de tema, pues el futuro me alcanzó y me rebasó, ya que el José Antonio Meade, ex Secretario de Hacienda, de Desarrollo Social, de Relaciones Exteriores y de Energía, fue finalmente destapado por el "Gran Elector".

Hablar de sus cualidades no es tan relevante, pues la mayoría de ellas son muy conocidas por muchos, de ahí que sólo comentaría que es Economista del ITAM y Abogado de la UNAM, con maestría y doctorados en Yale, en resumen, está muy preparado. En el servicio público, su eficacia quedó demostrada en las 4 Secretarías de las que fue titular, tanta que le fue reconocida por la pasada administración panista y por esta priísta y ni que decir por los empresarios en general. Como político ha tenido la capacidad de tender lazos y puentes con actores de PRI, PAN, PRD e inclusive de MORENA. Como persona, se le tiene como una persona de familia, sin escándalos personales, de forma de vida sin excesos y, un Plus, esté sí oponible a cualquier otro, HONESTO.

Obvio que en sus fortalezas no están los retos que habrá de superar si quiere romper con el maleficio de los últimos tres tapados (Labastida que perdió la elección con Fox, y de Creel y Cordero que ni siquiera pudieron llegar a la elección oficial). Sus retos los tendrá que superar a partir de sus áreas de debilidad, tanto las personales como las del partido que lo acompañará.

Empecemos con las personales. Si bien Meade es un eficiente y convincente en las charlas en corto, en donde la claridad de las ideas y la contundencia de los argumentos cuentan y mucho, bajo los estándares actuales de la política mediática y la mercadotecnia política, su personalidad no es ni la de un "Rockstar" como la de Peña, ni tampoco se le conocen sus dotes de orador que conmueva ni arengue a grandes masas. Así, su persona discreta tendrá que sufrir una transformación importante para hacerse accesible en todos los aspectos, a los grandes grupos de votantes.

Meade puede ser un "Frente" en sí mismo, ya que puede agrupar a "Tirios y Troyanos", sobre todo aquellos que se sientan distantes de sus partidos de origen, ya sean de izquierda y, más

aún, los de derecha. Sin embargo, en relación con el propio partido que habrá de postularlo, tiene dos grandes retos.

El primero, es interno. Meade tendrá que ver cómo hacer para que la estructura partidista lo asimile como uno propio y trabaje para él. Si el partido no lo acompaña, su suerte está echada. Hemos visto en la era moderna, que el priismo institucional de ahora ya no es igual al de "sus viejos buenos tiempos"; inclusive vimos como dejó colgado a un priista de sepa como Roberto Madrazo, al mismo tiempo que vimos un priismo muy resentido con un presidente que nunca aparentó sentirse cómodo como priista como lo fue Zedillo.

El segundo, es externo. Meade tendrá que lidiar con la mala fama e imagen que tiene hoy por hoy, el PRI y los negativos de las dos administraciones en las que colaboró. Además tendrá que hacer del PRI una opción política para los jóvenes, quienes sin duda tendrán un papel trascendente y relevante en la definición electoral del 2018.

Entonces, el reto es grande, pues tendrá que hacerse ver como priísta para que lo acepten los de casa y al mismo tiempo como uno no priísta, para que lo acepten los de fuera. Si se equivoca, se quedará sin unos ni otros; si soluciona esta paradoja, muy probablemente sea una gran Presidente.

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