Opiniones

¿Un Infierno bonito?

¿Un Infierno bonito?

Opinión y Análisis de Vanessa Valles

Cuando el actual Presidente de la Republica Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia en 2018 con una plataforma que prometía erradicar la corrupción en México, reconoció que el cambio tenía que empezar desde arriba. “Vamos a limpiar al gobierno de corrupción como se barren las escaleras, de arriba para abajo”.

Dijo que México ya no sufriría a manos de líderes corruptos, a quienes ha llamado por muchos años “la mafia del poder”.

Pero la verdad es que la corrupción parece que está en las venas, en la genética, en la sangre de los mexicanos y no solo se comete por parte de funcionarios que están en el poder; la corrupción puede darse a diferentes escalas , va desde los pequeños favores con las personas que participan en actos de corrupción.

Quizá todos en algún momento de nuestra vida hemos sido participes de actos de corrupción, ¿quien no ha dado alguna mordida por haber cometido una infracción? ¿te pasaste el alto? ¿No verificaste? ¿Diste una vuelta prohibida? ¿se venció la licencia?

¿Y cómo lo solucionaste? seguramente sobornaste para no pagar las consecuencias de tu falta, porque, seamos sinceros, no nos gusta pagar el precio de nuestros errores.

A esto se suman los malos manejos administrativos y gubernamentales que hacen más engorrosos, complicados y difíciles los trámites que tenemos que realizar así que para solucionarlos lo hacemos “por debajo del agua”. Permisos para construcción, licencias de negocios, autorizaciones de registros, entre una gran variedad de servicios públicos, que debido a su mala operación, son altamente vulnerables para la corrupción.

En el “Barómetro Global de la Corrupción (BGC): América Latina y el Caribe” presentado en 2019, elaborado por Transparencia Internacional, México se colocó como el segundo país con más sobornos de Latinoamérica, documentándose que tres de cada diez personas tuvieron que sobornar para obtener algún servicio público.

En nuestro país esta descomposición, sobre todo en la política por parte de funcionarios y autoridades públicas que constantemente cometen actos deshonestos o delictivos por el abuso a su poder para obtener recursos financieros o tener acceso a puestos de mayor rango anticipando sus intereses personales o los de sus allegados, parece no tener fin.

Es más, ya no sorprende, se ha normalizado; pues insisto, en México no hay consecuencias.

Dice el dicho “cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar” y tenemos el claro ejemplo de Perú que está atravesando por una fuerte crisis política por actos justamente de corrupción.

Así en el marco del Día Internacional contra la Corrupción hagamos una reflexión como políticos, policías, padres de familia, jóvenes, maestros, estudiantes, servidores públicos, vaya como ciudadanos en general, que son las pequeñas acciones las que contribuirán a terminar con la corrupción.

Seamos honestos, respetemos las reglas, eduquemos para no seguir alimentando al gran monstruo y entonces sí podamos castigar los grandes actos de corrupción o es que ¿ustedes se sienten contentos de vivir en un infierno bonito?