Los 100 primeros días de un sexenio son muy poco tiempo para que el gobernante cante victoria y también muy poco para que sus detractores piensen que ha fracasado.
Pero si son buenos para tener indicios del estilo de gobernar y apreciar la determinación que posee para cumplir sus objetivos, la visión del proyecto que abandera, su congruencia y la articulación de cada una de sus acciones para el éxito que busca.
Ojalá que lejos de las aclamaciones que le gustan al mandatario y de las benditas encuestas que hoy lo tienen en la cima, en la intimidad de su despacho reflexione y reconozca si es que ha cometido errores que merezcan ser enmendados, que actúe al respecto, eso también lo haría un gran estadista.
Pero si son buenos para tener indicios del estilo de gobernar y apreciar la determinación que posee para cumplir sus objetivos, la visión del proyecto que abandera, su congruencia y la articulación de cada una de sus acciones para el éxito que busca.
Ojalá que lejos de las aclamaciones que le gustan al mandatario y de las benditas encuestas que hoy lo tienen en la cima, en la intimidad de su despacho reflexione y reconozca si es que ha cometido errores que merezcan ser enmendados, que actúe al respecto, eso también lo haría un gran estadista.