arece imposible no hablar sobre los cambios en el gabinete, el ya cotidiano error del presidente Enrique Peña o los muchos candidatos que harán compleja la votación el próximo año, pero la realidad es que todos nos merecemos un descanso de la política mexicana y sus artimañas, por lo que en esta ocasión será mejor discutir un poco sobre el nuevo compromiso de la casa Real Británica, una historia de amor no nos haría nada mal aunque no sea relevante en nuestro día a día.
Como seguramente vio en redes sociales o en las noticias el príncipe Enrique de Inglaterra hizo oficial su compromiso con la actriz estadounidense Meghan Markle –famosa por su papel como Rachel Zane en la serie Suits-. Si bien queda claro que todo el compromiso es como un cuento de hadas y que el anillo fue un diseño de Harry y que cada diamante tiene una historia especial, lo que no se sabe es todo el proceso protocolario que se deberá seguir para mantener o mejorar la imagen de la corona británica con este inusual compromiso.
Empezando por un rápido análisis sobre los cambios en mentalidad que este compromiso manifiesta en la realeza británica, primero porque Meghan Markle es una mujer de color –su madre es afroamericana y su padre es de ascendencia neerlandesa e irlandesa-, y segundo porque es divorciada–Meghan se casó con Trevor Engelson en 2011 y se divorció en 2013- hecho que en un pasado hubiera sido impensable recordemos el caso de Eduardo VIII quien abdicó al trono para casarse con Wallis Simpson una estadounidense divorciada dos veces. Y aunque el cambio no es reciente, fue en el 2002 cuando la Iglesia de Inglaterra acordó también que las personas divorciadas podrían casarse por la Iglesia y en este caso el arzobispo de Canterbury ya les dio su visto bueno, por decirlo de alguna manera.
Así la realeza abre las puertas a una mujer divorciada, americana y mestiza
cambios evidentes que "modernizan" a la corona pero esto es lo de menos, la Reina Isabel II dio la bendición para este enlace sabiendo que Meghan es católica cuando la religión de la realeza es anglicana; un cambio relativamente nuevo si recordamos que recientemente se realizó una modificación a la normativa en la que un miembro de la familia real puede casarse con un católico siempre y cuando los hijos de dicho matrimonio sean anglicanos.
Tras tener un poco de contexto sobre el porque este compromiso representa un avance dentro de una institución que no es amable ante los cambios en los protocolos, se entiende porque se modifica la perspectiva de lo que era la Casa Real Británica colocándola con una imagen mucho más actualizada; aunque no debemos olvidarnos de protocolos que, a decir verdad, resultarán complejos de cumplir por parte de la actriz americana que no creció con ellos como por ejemplo no adoptar posturas políticas, no votar –recordemos que ella incentivó el voto en las elecciones pasadas en EEUU-, no puede tocar o ser tocada por alguien que no sea de la realeza, no puede tomarse selfies o mostrarse afecto en público por mencionar algunos.
Sin embargo, este aspecto de romper con las reglas no resulta novedoso para el príncipe Harry, ya que tiene una imagen poco acorde con la expectativa de un miembro Real, se le percibe como "el chico salvaje de la realeza" según algunos medios, y es que tiene ciertos antecedentes non gratos para su familia ya que de joven se le encontró fumando marihuana, tuvo varios enfrentamientos con paparazzis afuera de discotecas, fue captado disfrazado de nazi y desnudo en una fiesta en Las Vegas; así que, casarse con Meghan –y todos sus "peros"- no debe ser una novedad.
Al final del día, esta unión puede no ser del completo agrado de la Reina o de la Iglesia Anglicana pero resulta un acierto como estrategia para cambiar la imagen de la Casa Real Británica para volverla más popular en un sentido positivo, además de que le permitiría a Isabel II cerrar su reinado con una acción histórica progresista –que puede percibirse casi forzada-.
Twitter: @Mar_Naa
Como seguramente vio en redes sociales o en las noticias el príncipe Enrique de Inglaterra hizo oficial su compromiso con la actriz estadounidense Meghan Markle –famosa por su papel como Rachel Zane en la serie Suits-. Si bien queda claro que todo el compromiso es como un cuento de hadas y que el anillo fue un diseño de Harry y que cada diamante tiene una historia especial, lo que no se sabe es todo el proceso protocolario que se deberá seguir para mantener o mejorar la imagen de la corona británica con este inusual compromiso.
Empezando por un rápido análisis sobre los cambios en mentalidad que este compromiso manifiesta en la realeza británica, primero porque Meghan Markle es una mujer de color –su madre es afroamericana y su padre es de ascendencia neerlandesa e irlandesa-, y segundo porque es divorciada–Meghan se casó con Trevor Engelson en 2011 y se divorció en 2013- hecho que en un pasado hubiera sido impensable recordemos el caso de Eduardo VIII quien abdicó al trono para casarse con Wallis Simpson una estadounidense divorciada dos veces. Y aunque el cambio no es reciente, fue en el 2002 cuando la Iglesia de Inglaterra acordó también que las personas divorciadas podrían casarse por la Iglesia y en este caso el arzobispo de Canterbury ya les dio su visto bueno, por decirlo de alguna manera.
Así la realeza abre las puertas a una mujer divorciada, americana y mestiza
cambios evidentes que "modernizan" a la corona pero esto es lo de menos, la Reina Isabel II dio la bendición para este enlace sabiendo que Meghan es católica cuando la religión de la realeza es anglicana; un cambio relativamente nuevo si recordamos que recientemente se realizó una modificación a la normativa en la que un miembro de la familia real puede casarse con un católico siempre y cuando los hijos de dicho matrimonio sean anglicanos.
Tras tener un poco de contexto sobre el porque este compromiso representa un avance dentro de una institución que no es amable ante los cambios en los protocolos, se entiende porque se modifica la perspectiva de lo que era la Casa Real Británica colocándola con una imagen mucho más actualizada; aunque no debemos olvidarnos de protocolos que, a decir verdad, resultarán complejos de cumplir por parte de la actriz americana que no creció con ellos como por ejemplo no adoptar posturas políticas, no votar –recordemos que ella incentivó el voto en las elecciones pasadas en EEUU-, no puede tocar o ser tocada por alguien que no sea de la realeza, no puede tomarse selfies o mostrarse afecto en público por mencionar algunos.
Sin embargo, este aspecto de romper con las reglas no resulta novedoso para el príncipe Harry, ya que tiene una imagen poco acorde con la expectativa de un miembro Real, se le percibe como "el chico salvaje de la realeza" según algunos medios, y es que tiene ciertos antecedentes non gratos para su familia ya que de joven se le encontró fumando marihuana, tuvo varios enfrentamientos con paparazzis afuera de discotecas, fue captado disfrazado de nazi y desnudo en una fiesta en Las Vegas; así que, casarse con Meghan –y todos sus "peros"- no debe ser una novedad.
Al final del día, esta unión puede no ser del completo agrado de la Reina o de la Iglesia Anglicana pero resulta un acierto como estrategia para cambiar la imagen de la Casa Real Británica para volverla más popular en un sentido positivo, además de que le permitiría a Isabel II cerrar su reinado con una acción histórica progresista –que puede percibirse casi forzada-.
Twitter: @Mar_Naa
