Prescindible informe sin autocrítica

Oscar Glenn

Prescindible informe sin autocrítica

Después de 61 conferencias matutinas y discursos extensos en actos públicos desde que asumió la Presidencia, me parece que un informe de 100 días de gestión era innecesario informativamente, poco nuevo aportaría, como no fuera una súbita reflexión y alguna autocrítica sensata; pero eso no llegó y es entendible también, con los niveles de popularidad que hoy tiene el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Sin despreciar las cifras de acciones acumuladas como los 62 compromisos presuntamente cumplidos, de 100 expresados el 1 de diciembre en el Zócalo de la CDMX, este evento sirvió al Presidente para regodearse y repetir lo que ha venido diciendo cada mañana con ejemplar disciplina, sorteando temas incomodos y extendiéndose con habilidad en los que le interesan.

Ni duda que mucho está haciendo bien el mandatario para mantener la esperanza y acaso empezar a cumplir la expectativa de quienes apoyaron su proyecto y por supuesto, también de los que pensaron que, para el urgente destierro de aquellos funcionarios soberbios, corruptos o incompetentes, había que pagar algún precio.

No es fortuito que diferentes encuestas coincidan que entre 7 y 8 de cada 10 personas hoy se digan satisfechas con la forma de gobernar del actual mandatario, porque México es un pueblo noble, creyente y leal, eso lo ha entendido muy bien el Presidente, por eso sigue hablando a esa gente sobre los temas y con el tono coloquial que en otros momentos no se usó, porque no lo vieron necesario o porque no hubo empatía.

Pero los 100 primeros días de un sexenio, son muy poco tiempo para que el gobernante cante victoria y también muy poco para que sus detractores decreten que ha fracasado. Dado que la batalla es por la percepción y la carrera es de persistencia, por eso algo más creativo y autentico deberán hacer los opositores y él no deberá minimizar sus propias fallas.

Estos primeros días dejaron ver el estilo del gobernante, la determinación que posee para cumplir sus objetivos, su visión del proyecto y la articulación de cada una de sus acciones para el éxito que busca -todavía no su eficacia ni congruencia- e igual han evidenciado que no existe en México hoy un líder social o político capaz de contraponerse o confrontarlo en ningún terreno.

Ojalá que lejos de las aclamaciones y de las encuestas, en la intimidad el mandatario reflexione y reconozca, si es que ha cometido errores que merezcan ser enmendados, que actúe al respecto con inteligencia y responsabilidad, eso también lo haría un gran estadista. Apenas va empezando.