Mire usted, este primero de diciembre, el lunes, vamos, México vive su segunda mmm digamos etapa histórica del gobierno; la primera, ese 1 de diciembre del 2000, cuando alrededor de las 11 de la mañana, Vicente Fox asumía el cargo de Presidente de la República y así, por primera vez desde su fundación como PNR en 1929, el partido en el poder perdía unas elecciones presidenciales. Doce comicios, catorce presidentes y más de setenta años transcurrieron antes de que su poderosa maquinaria política fuera derrotada en las urnas.

El lunes 1 de diciembre ocurrirá la segunda. Resulta que Andrés Manuel López Obrador asumirá la presidencia luego de tres fallidos intentos contra Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, las dos primeras con el PRD y la última con el partido de su creación Morena, que curiosamente, arrasó con alcaldías y entidades, con diputaciones y el senado. Así que en esa parte, AMLO anda fuerte, aunque, ojo, así estuvo Peña Nieto cuando hace seis años ganó las elecciones.

Pero esto es histórico, no sólo por lo que representa ganar un proceso presidencial, no, más bien por lo que se avecina. Los mexicanos votaron en contra de un partido, de un gobernante, en contra de cacicazgos, y votaron a favor de promesas, promesas y más promesas. Así que si usted que amablemente nos escucha se considera también ganador, cuidado, no son las promesas incumplidas lo que daña a México, es la burla.

Y así ha comenzado todo, con consultas extrañas para decidir sobre miles de millones de pesos; con anuncios sobre que debemos esperar para bajar el precio de la gasolina, con contradicciones como que el ejército regrese a sus cuarteles pero de que regresarán vestidos de guardia nacional, como eso de combatir la corrupción pero se perdonará a los corruptos… Como sea, que le vaya bien, porque así nos irá bien a todos… Mi twiter @raulmandujano.