Don Julio Hernández fue quien inició el legado en su familia, presentando una alternativa para el pueblo alfarero, mientras que sus hijos han destacado llevando este arte en papel a lugares tan lejanos como China, Suiza y Canadá, demostrado su talento como artistas y como embajadores de su cultura en el mundo.
Esta artesanía ha estado presente en nuestro país desde del siglo XIX en que se volvió algo cotidiano para los trabajadores de las haciendas y la adquisición en las tiendas de raya de papel de china -materia prima que combinada con la creatividad, habilidad y destreza de los trabajadores se convirtió en el papel picado.