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El oficio de cargador, uno de los más estrictos del siglo xix en toluca

El oficio de cargador, uno de los más estrictos del siglo xix en toluca

Los trabajadores debían contar con respaldo moral y económico de un aval

Entre las 4 mil 678 cajas documentales clasificadas en 53 ramos temáticos que resguarda el Archivo Histórico Municipal de Toluca, que datan de los años 1820 a 1980, uno de los más consultados por estudiantes, investigadores, escritores e historiadores es el ramo dos que corresponde a la Secretaría del Ayuntamiento en la sección Especial.

A través de estos documentos se puede reconstruir parte de la historia local, en legajos que permiten describir e interpretar la historia a través de su evolución desde la política, la economía, arquitectura, infraestructura, habitantes y estilo de vida, familias y el crecimiento demográfico del municipio.

Entre los libros de registro que se pueden encontrar en el Archivo Histórico Municipal está el de Cargadores, donde se conservan, aunque no en orden cronológico, registros de 1883 a 1907, así como otro libro en el que existen los registros de 1941, donde los datos ya no eran tan precisos como a finales del siglo XIX y principios del XX.

Uno de los objetivos de contar con un registro era que la autoridad municipal tuviera conocimiento de las personas que desempeñaban algún oficio, a fin de tener la certeza de que eran honorables y dignas, porque de esa manera se les brindaba un voto de confianza y no era tan fácil que los culparan de algún delito.

En el libro de Cargadores se pueden observar las fotografías de cuerpo completo de los registrados y sus datos personales: nombre, edad, domicilio, nacionalidad y señas particulares: estatura, color de piel, así como el nombre de su aval, pues debían tener un respaldo moral y económico a fin de que no se les pudiera inculpar de algún delito, ya que es esa época los criados domésticos y cargadores eran los principales sospechosos de robo, por lo que al tener el respaldo de una persona de prestigio en la ciudad se convertían en personas confiables y se les empleaba.

La fotografía era un requisito indispensable tanto para la seguridad del patrón como del empleado; además, nos permite conocer desde los rasgos físicos hasta la clase social de aquella época a través de la vestimenta. En las gráficas se puede observar gente con calzón de manta, gabán, pantalón, huaraches, botines o descalzos; en tanto, para el de automovilistas se observan hombres con saco y corbata, pues para este oficio la fotografía de cuerpo completo no era imprescindible.

Estos y otros documentos forman parte de los más de 100 mil expedientes resguardados en el Archivo toluqueño, considerado uno de los más representativos por la información que contiene y sobre todo las fotografías que eran utilizadas como un medio de certeza al realizar el registro, lo que permite hacer un estudio de los habitantes de aquella época.