Esta reacción conocida como necrosis epidérmica tóxica se desarrolla en 48 horas y ya había evolucionado drásticamente en el 80 por ciento del cuerpo de la menor, manifestándose desprendimiento de la piel con sangrado en forma de sudor que brotaba en espalda, pecho, brazos, manos, boca e incluso cuero cabelludo.
Al ser valorada por especialistas del Servicio de Cirugía Reconstructiva Pediátrica, se optó por tratarla como una paciente quemada aunque no lo estuviera, pues presentaba los mismos síntomas y la gravedad de su estado ameritaba actuar de inmediato.
El tratamiento brindado a la menor fue a base de piel cultivada a través de unas gasas de nombre epifast que le fueron colocadas en la piel y en diferentes partes del cuerpo, mucosas, párpados y boca.
Este producto permitió que dejara de sangrar y tuviera piel nueva. Con este método se logró estabilizar a la paciente y no dejara cicatriz. Ella duró casi dos meses internada en el hospital, hasta lograr desechar la toxina que le causó la reacción alérgica a los medicamentos.